Ya ha sido más que anunciada la producción cinematográfica de Tarzán, pero esta vez no con caricaturas, sino con humanos. De la mano de Alexander Skarsgård, como el personaje principal, y Margot Robbie.
La verdad es que el actor, conocido mayormente por su rol protagónico en la serie de HBO, True Blood. Si bien siempre ha atraído la atención por su apariencia, y altura, en esta ocasión tuvo que usar su máximo potencial para poder lograr el cuerpo que requería su personaje.
Además de la musculatura que requería su papel de Tarzán, Skarsgård tuvo que usar movimientos y expresarse de manera bastante «primitiva», lo que era el deseo del director de la película. Por lo mismo, lejos de tener una rutina envidiable para lograr su personaje, tuvo que «sufrir» bastante.
Primero, fue obligado a dejar algunos de sus platos favoritos y a su amor por la cerveza durante un tiempo. El mismo actor comentó lo desagradable que ha sido esto para él en una entrevista a la revista Closer:
«Tuve que seguir una dieta que me hizo muy miserable. Fue realmente terrible. Me pusieron una dieta muy estricta y un plan de ejercicios durante ocho meses para que me pusiera en forma. Comí un montón de pechugas de pollo, fue muy difícil. Y unos meses después de acabar de rodar me llamaron para grabar unas escenas más y casi me da algo, porque no quería tener que volver a hacer dieta«.
De hecho, el actor comentó que en caso de hacer una secuela de la película, esperaba que el personaje tuviera unos kilos extra en esa ocasión, porque no quería volver a pasar por la dieta especial.
Otra de las complicaciones de su rol fue la escena íntima que debió grabar con su co-estrella, la actriz Margot Robbie. Acá fue que el director, David Yates, los impulsó a mostrar su instinto animal, para lograr la idea:
«Aunque tuve que pelearme con simios, la única herida que sufrí fue mientras rodaba una escena de sexo con Margot. Me dio un puñetazo. Nuestro director quería que fuese una escena muy bestia, muy animal, así que estaba detrás de la cámara gritando cosas como: ‘¡Dale más fuerte! Vamos, ¡pégale!’. Básicamente nos animó demasiado, quería que transmitiera una sensación muy primitiva, así que ella me pegó».
A pesar de lo poco usual del suceso, comentó que los golpes y el dolor no fueron suficientes para odiar ni su trabajo, ni a su nueva amiga que conoció en el set. Pues ser Tarzán no era tan fácil como podía parecer.