En 1965 se celebró un lucrativo contrato de Estados Unidos e Inglaterra para vender aviones a Arabia Saudita. En el intertanto se pagaron “comisiones” a miembros del gobierno saudí, según retrató el documental “The Mayfair Set” emitido por la BBC en 1999.
En esa oportunidad, el director de la empresa fabricante de aeronaves English Electric, Lord Caldecote, justificó los actos de corrupción señalando que el pago de coimas obedecía a un “tema cultural” de los saudíes.
Casi 50 años después, el 2014, Canadá firmó el contrato armamentista más grande de todos los tiempos con el país rico en petróleo, a extensión de 15 años y por un valor de 15 mil millones de dólares. Una corporación de la Corona, la Canadian Commercial Corporation, negoció y firmó el acuerdo, involucrando además a General Dynamics en el suministro de vehículos acorazados.
“Conociendo las ‘costumbres’ saudíes, que no han evolucionado mucho en los últimos 50 años, los canadienses tienen todo el derecho a preguntar si el gobierno canadiense ofreció coimas a la familia real saudí para conseguir el contrato más importante de su historia”, escribe Julie Lévesque de Global Research.
Lévesque resalta que el contexto en que se dieron las ventas de armas, tanto en 1965 como 2014, fue el mismo: un conflicto bélico en Yemen.
En marzo de 2015, el entonces ministro de Relaciones Exteriores canadiense, Rob Nicholson, apoyó en nombre de su gobierno la guerra estadounidense-saudí en la nación africana.
Según The Globe and Mail, el gobierno conservador de Stephen Harper convirtió el “mercado emergente” de Arabia Saudita en una prioridad de su política exterior enfocada en el comercio internacional, abriendo caminos diplomáticos a Riad previo al contrato armamentista, según documentos filtrados por Wikileaks.
Mientras ello ocurría, los saudíes realizaron amplia inversión en Canadá, especialmente en colegios privados.
El gobierno de Trudeu siguió la misma senda y concretó el polémico negocio.