El Movimiento por la Diversidad sexual, Mums, considera oportuno entregar algunos datos relevantes en torno a la situación del VIH y el Sida en Chile. Asumimos esta postura debido a la desinformación creciente sobre el tema, al silencio del Gobierno y a las cifras parciales entregadas.
En Chile, según el informe entregado a Naciones Unidas (Ungass) en 2010, tenemos una epidemia de VIH pequeña, concentrada en la población homobisexual (42% declarada), urbana y con un diagnóstico muy tardío. La principal vía de exposición al virus es la sexual (87,4%).
Sin embargo, esas cifras hay que dimensionarlas y detallarlas, porque no son tan pequeñas ni tan simples, ya que afectan la vida de miles de chilenos y significan, para el Estado, una gran cantidad de gastos.
¿CUÁNTO CRECE LA EPIDEMIA EN CHILE?
La epidemia de VIH en Chile presenta un incremento sostenido e imparable, sin que se evidencie ningún indicador que nos haga suponer que puede bajar. Vamos al detalle.
En Chile se han diagnosticado 22.254 personas, sumando casos de VIH (asintomáticos) y en etapa Sida (etapa avanzada) .
Para ser más claros, podemos comparar la situación con las cifras del 2006 y el 2009.
Año Casos Sida Tasa Sida Casos VIH Tasa VIH
2006 416 2,5 871 5,4
2009 868 5,1 1009 7,2
En resumen, en los últimos 3 años la tasa de Sida aumentó de 2,5 a 5,1, y la de VIH de 5,4 a 7,2, lo cual muestra un crecimiento importante y sostenido. En el periodo, se observa un incremento de 32% en las incidencias de VIH,y de 48% en Sida. Es evidente que la epidemia crece rápidamente.
¿Estamos llegando a tiempo o estamos fracasando en salvar vidas?
Un dato importante que el Minsal oculta es lo tarde que se está llegando en materia de diagnóstico. Si revisamos las cifras, tenemos que el 47,2% de los notificados en Chile para el 2009 corresponde a etapa Sida, es decir, estamos hablando de personas que llegan con estado deteriorado de salud, que llevan a lo menos 5 años desde adquirido el VIH y que, además, en muchos casos, requieren intervenciones complejas y muy largas para superar su estado de salud. En definitiva, se mantiene luego de 30 años de epidemia un diagnostico tardío, que incide en la calidad de vida de personas que adquieren el virus y, además, mantiene las elevadas tasa de mortalidad en el país.
En Chile, a pesar de los anuncios y gastos sorprendentes en materia de medicamentos, la tasa de mortalidad no baja, se mantiene en 2,3. Cerca de 400 compatriotas mueren al año a causa del virus. Sin embargo, las autoridades de salud están satisfechas con estas cifras, y no las consideran relevantes.
Lo llamativo de esto es que estamos gastando miles de millones de pesos al año para supuestamente evitar que esto ocurra. Las autoridades de salud se vanaglorian de cómo gastan en VIH. Sin embargo, no hablan del costo social que implican estas muertes que, en gran parte, corresponden a personas jóvenes.
¿Será que 400 vidas al año no tiene importancia? ¿Será que la orientación homo-bisexual de la mayoría de las víctimas hace de la cifra algo aceptable? ¿Será que el Estado prefiere evitar el gasto que implica hacer un diagnóstico y prevención temprana?
Lo más indignante de todo esto es que es posible evitarlo. En primer lugar, es posible mejorar, o mejor dicho, realizar prevención de VIH, trabajando con las poblaciones en mayor riesgo, promoviendo conductas seguras como el uso del condón, y promoviendo la no discriminación hacia la diversidad sexual. Sin duda las respuestas existen, lo que falta es que las autoridades asuman su responsabilidad y que sean capaces de desarrollar una respuesta a la altura de las necesidades.