Dar un hijo en adopción, una opción por la vida

Pamela, un personaje ficticio construido con la situación real de muchas mujeres de su edad, tiene 23 años y es asesora del hogar

Dar un hijo en adopción, una opción por la vida

Autor: Cesarius

Pamela, un personaje ficticio construido con la situación real de muchas mujeres de su edad, tiene 23 años y es asesora del hogar. Vive en una casa de dos piezas en Cerro Navia junto a su mamá, sus tres hermanos y dos hijos, quienes son de diferentes padres. En su casa, además de ella, la única persona que trabaja es su madre. Con los dos sueldos que gana esta familia, apenas llegan a fin de mes.

El padre biológico de Pamela la abandonó cuando era niña. Nunca más tuvo contacto con él. Su hermano es alcohólico y drogadicto, y vive de la mendicidad. La relación que tiene con su mamá no es buena, porque ella siempre le ha sacado en cara el hecho de que quedó embarazada cuando era una adolescente.

Mientras Pamela trabaja, sus dos hermanas se turnan para cuidar a sus hijos. Pese a esto, ella no se queda tranquila, debido a que su hermano, producto de sus adicciones, muchas veces es violento con los menores. Los padres de ellos tampoco han estado presente durante la crianza. Ambos la abandonaron.

Pamela espera su tercer hijo. Tiene seis meses de embarazo y no quiere que pase por lo mismo que sus hermanos. Está confundida y tiene miedo por el futuro del menor. Pensó en abortar, pero desechó esa alternativa. Cree que el pequeño merece tener una familia unida, una buena educación y bienestar, pero sabe que ella no se lo puede dar, por ello, está barajando la posibilidad de entregarlo en adopción. Gracias a una amiga, se enteró de que hay organismos que apoyan a las madres que se encuentran en su situación.

Si bien Pamela no existe, representa el perfil de cientos de mujeres que se enfrentan cada año al dilema de ceder a sus hijos en adopción. La mayoría de ellas tiene entre 22 y 24 años, proviene de estratos socioeconómicos bajos y posee una familia disfuncional. No existe una actividad laboral en común: Son estudiantes, trabajadoras independientes, empleadas domésticas y dueñas de casa.

Según un estudio realizado por el Servicio Nacional de Menores (Sename) , en Chile existen 641 niños y niñas que están en proceso de ser declarados susceptibles de ser adoptados, o que ya han sido declarados susceptibles y que esperan ser entregados a sus padres.

La ley, vigente desde el año 1999, dispone que el objetivo de la adopción es velar por el interés superior del adoptado y amparar su derecho a vivir y desarrollarse en el seno de una familia que le brinde el afecto y los cuidados tendientes a satisfacer sus necesidades espirituales y materiales, cuando su familia de origen no se los puede dar.

Por lo tanto, la adopción es una institución subsidiaria. Es decir, que viene después de haber agotado las posibilidades de que el niño o niña esté con su familia de origen. “Por eso el mandato de trabajar con las mujeres que están en conflicto con su embarazo no es sólo ético sino que también es legal”, dice Paula Arroyave, abogada y directora del Programa adopción de Fundación San José.

En Chile,  hay sólo a cuatro organismos de adopción autorizados, aparte del Servicio Nacional de Menores (Sename): Fundación Chilena de la Adopción ; Fundación San José; Mi Casa, y el Instituto Chileno de Colonias y Campamentos y Hogares de Menores (Quinta de Tilcoco). Los tres primeros se ubican en Santiago y el último en Rancagua.

La Fundación San José, en el área Mujer Embarazada, se encarga de brindarles apoyo a las madres biológicas. Además de hacerles talleres recreativos, psicólogos y asistentes sociales trabajan de forma coordinada en el proceso de discernimiento, que consta de tres etapas: pre-parto, parto y post-parto. Se trata de ayudarlas a decidir, sin presiones, en una situación libre e informada, sobre su vida y la de su hijo o hija.

“Los elementos fundamentales en esta etapa son el bienestar del niño, de la madre y de la familia de origen y sus otros significativos”, explica la psicóloga de la Fundación San José, Patricia Villela.

Durante  2009, de 317 progenitoras que recurrieron a la Fundación San José por conflicto con su embarazo, el 80% asumió su maternidad y no cedió a su hijo en adopción, gracias al trabajo de búsqueda de redes de apoyo.

Pese a la cifra anterior, el Servicio Nacional de la Mujer (Sernam) no está llevando a cabo ningún plan en torno a las madres progenitoras.

UNA OPCIÓN DE VIDA

América Latina tiene los índices más altos de abortos realizados en condiciones de riesgo: Casi 4 millones por año. Cinco mil de ellos, las mujeres los pagan con su vida. En Chile es ilegal bajo cualquier circunstancia y  se estima que anualmente más de 150 mil mujeres realizan esta práctica.

Muchas de las madres que llegan en busca de apoyo a las fundaciones para la adopción, especialmente al inicio del embarazo, han pensado en interrumpir su gestación por el bloqueo mental que les produce el sentir que no podrán hacerse cargo de este nuevo miembro de la familia. Sin embargo, optan por no hacerlo.

“Lo descartan por miedo a su propia integridad física, por falta de recursos económicos o por opción valórica”, dice la psicóloga.

Después de un embarazo, el cuerpo cambia. Aparecen estrías, la piel se pone más flácida, algunas mujeres se manchan, la elasticidad ya no es la misma, y el desorden hormonal produce, a veces, depresión. La mujer que cede a un hijo en adopción sufre estos cambios igual que todas, pero con la dificultad de saber que tendrá que renunciar a él en busca del bien mayor, que es darle vida al pequeño que viene en camino y entregarlo a una familia que está en condiciones de darle lo que necesita, según la evaluación.

Estas madres se sentían solas. A muchas de ellas, sus parejas, les aconsejaron un aborto. Otras tantas se enfrentaron a sus familias. Tuvieron miedo y sufrieron al asumir que no podrían darle a su hijo lo que deseaban.

Nota: Si está en conflicto con su embarazo, puede llamar gratis al 800 212 200.

Por Andrea Navarro y Camila Bravo


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