El programa de inmunización del Ministerio de Salud contempla una serie de vacunas que protegen a la población de diferentes enfermedades como: Sarampión, rubéola, poliomielitis, tos convulsiva, influenza, algunas de las cuales están en retirada del país producto del éxito de estas campañas.
Si bien el programa es bien evaluado por la población, cada vez cuesta más lograr las coberturas y protección necesaria. Esto porque existe una resistencia hacia las vacunas influenciada por diferentes factores: la disminución en la percepción de riesgo de las enfermedades que se previenen mediante este tipo de procedimientos; el mayor conocimiento sobre efectos secundarios o adversos, así como la instalación del mensaje que éstas no son seguras que han levantado los opositores a las vacunas.
En este contexto, el Instituto de Políticas Públicas en Salud de la Universidad San Sebastián (IPSUSS), aplicó una encuesta para conocer la adherencia de las vacunas por parte de la población, donde un 95% de los padres de hijos menores de 14 años señala que sí vacuna a sus hijos. Sin embargo, 21% considera que las vacunas son perjudiciales.
La medición –de alcance nacional- se aplicó en mayo pasado a 3.501 personas mayores de 18 años tanto beneficiarios de Fonasa como de Isapres.
Frente a la pregunta, ¿cuál debería ser el rol del Estado cuando los padres deciden no vacunar a sus hijos?, la mayoría sostiene que educar a la población: 74% en el caso de los papás que si vacunan a sus hijos y 68%, en aquellos que no lo hacen.
Ante la consulta de si se deben aplicar sanciones por no vacunar a los niños, el 20% de los padres que si inmunizan a sus hijos opina que quienes no lo hacen deberían recibir una multa y 12%, considera que se deben suspender beneficios sociales.Situación que no es compartida por aquellos que no vacunan a los menores, dónde un 84% es contrario a aplicar alguna de estas medidas.
Al respecto, el director de IPSUSS, Manuel José Irarrázaval indicó que “las vacunas son uno de los elementos más determinantes en la mejoría de las expectativas de vida de la población. La casi erradicación de enfermedades como poliomielitis, sarampión, viruela, TBC, entre otras, son una confirmación evidente de su beneficio. Sin embargo, hay mayor dificultad para lograr que un porcentaje significativo de los potenciales pacientes se vacunen, lo que no solamente es muy perjudicial para ellos mismos, sino que también provocan un daño al resto de la sociedad, al constituirse en potenciales retransmisores de estas enfermedades”.