Dentro de las más antiguas estrategias efectivas de controlar, someter y dominar una cultura, clase social, familia o individuo, se encuentra el transformarlo todo en tabula rasa. Desde las Guerras Púnicas que terminan con la destrucción de Cartago y la noble tarea civilizadora de su conquistador Publio Cornelio Escipión Emiliano, quien fue elevado en los altares por Roma al cumplir con el honroso deber de quemar y destruir hasta los cimientos la ciudad, vender como esclavos por todo el mediterráneo los seres humanos que la formaban. Para que no se nombrara nunca más, para que no se dudara de la superioridad de Roma de ahí en adelante. Para que nadie en el futuro tuviese la posibilidad de encontrar en Cartago inspiración y revelarse contra el poder e imperium de la República. Desde las Guerras Púnicas y un par de milenios después, en las cámaras de tortura en los sótanos de nuestro país se repite la historia. Abnegados funcionarios del tirano de turno, aplicaban día tras día con pasmosa rutina, rudimentarias formas de causar dolor en los cuerpos de sus prisioneros. Para dejar bien escrito en la memoria física de los cuerpos y en la memoria lingüística colectiva del pueblo que recogía sus restos “el triunfo de la fuerza: la superioridad de los vencedores y la inferioridad de los vencidos…” (1)
Como se ha escrito antes en Chile como en otras latitudes, el verdugo o el conquistador perdonó a la víctima y no al revés como pudiese parecer. Y es desde ese tipo de relaciones de dominación desde donde percibimos y conocemos nuestro mundo. “Desviaste el camino…, te torturaré, encarcelaré, exiliaré, asesinaré y desapareceré tu cuerpo, para luego, cuando enmiendes el camino, perdonar tu error…” Podría ser la metáfora que caricaturice la breve historia evolutiva de este dominio relacional, que funda nuestra “democracia tutelada por los verdugos” para ser justos con los verdugos, siempre excluidos, siempre en las sombras y en un segundo plano en estos largos 20 años. Lograron, permitiéndonos seguir con vida, borrar cualquier signo de rebeldía o pensamiento crítico de nuestra cultura, y formar un rebaño obediente y ansioso por figuras de autoridad que le indiquen y cuenten qué pensar, qué sentir, qué vestir, qué comprar y qué comer a través de las grandes empresas de información para las masas. Hecha la tabla rasa, se raya culturalmente los límites de lo razonable y lo realizable, una vez hecho el trabajo sucio y monótono de asesinar y desaparecer, aparece el pulcro trabajo intelectual de rellenar los vacíos dejados en la trama cultural.
La biblioteca de Bagdad fue arrasada dentro del primer mes de ocupación. Quemada hasta sus cimientos, la tierra que vio nacer la escritura desaparece en un par de días. “Los saqueos se repitieron una semana más tarde y, sin mediar palabra, un grupo llegó en autobuses de color azul, sin sellos oficiales, el día 13, y alentado por la pasividad de los militares que circulaban unas calles más allá, roció con algún combustible los anaqueles y les prendió fuego. Es obvio que se hicieron también piras con libros para encenderlos. Según otra versión, se usaron fósforos blancos, de procedencia militar, para el incendio, y hay evidencias que lo confirman. Pasadas unas horas, una columna de humo podía verse a más de cuatro kilómetros y en ese incendio voraz desaparecieron las obras…” “…El secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, a manera de excusa ante estos hechos, comentó que «la gente libre es libre de cometer fechorías y eso no puede impedirse»”. (2) No solo es necesario exterminar a las personas, es necesario exterminar el conocimiento que sobre sí mismos pudieran tener quienes sobreviven a esas personas, es necesario en pro de nuestra libertad, desaparecernos y llegar limpios al libre mercado que nos hará libre.
Piñera y Lavín están en contra nuestra, en contra de nuestra cultura, por miserable que sea, contra nuestra historia, por humillante que sea. Piñera y Lavín proponen lo que en definitiva es lógico. Proponen avanzar y profundizar aun más en el cultivo de seres humanos sin memoria, sin raíces, sin más perspectivas de trascendencias, que un automóvil o una vivienda con que ser recordados. En el año donde la elite política celebra un supuesto bicentenario de independencia colonial, el ministro Joaquín Lavín, numerario Opus Dei les dice a nuestras hijas que se concentren, cual rebaño de sumisas ovejas, en lo que importa al Mercado de su Jefe, los Números y las Letras, el Abaco y el abecedario. Números y letras sin contexto, sin historia, sin sentido, El Quijote de la Mancha por el Quijote de la Mancha, sin Cervantes escapando de cárceles de los tiranos de turno. Algoritmos sin el esplendor de las culturas árabes frente al oscurantismo medieval occidental.
En Chile el verdugo como siempre nos vuelve a dar caritativamente otra vez la oportunidad, esta vez aun más noble, de confiar en sus manos la manera en que nuestras hijas, hermanos, sobrinas percibirán y conocerán el mundo, la manera en que comprenderán y se explicarán el mundo que les tocará vivir. Un mundo donde sus padres, tíos y abuelos, sumisos en sus casas, aislados de cualquier tipo de organización social, arriadas las banderas de la emancipación humana sobre la tiranía económica, enterradas las esperanzas de un mundo digno y justo, en silencio y cabezas gachas dejaron una vez más que se hiciera con su mundo lo que el dominador dice que debe ser.
1) Del libro “Crímenes de guerra” publicado por el Comité de Solidaridad con la Causa Árabe y que incluye el informe de los brigadistas sobre víctimas civiles, Madrid 2003. http://serhumanolibre.blogspot.com/2010/11/trofeos-de-guerra-las-cronicas-de.html
2) Atentado Cultural en Iraq. El Enigma de los libros destruidos en Bagdad. http://www.revistanumero.com/39irak.htm
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