La primera vez que Erika Lust vio una película pornográfica fue durante una fiesta de pijamas, escamoteada de la colección de películas eróticas del padre de una amiga. La segunda vez fue con su novio de la universidad. En ambas ocasiones, quedó desmoralizada, con sentimientos encontrados, enojada.
«La excitación es dulce. La cosificación amarga», dice sobre ver pornografía como mujer y como feminista. Pero, en lugar de evitar el porno, desechando todo el género como explotador y perjudicial, decidió hacer el suyo propio.
© Rocio Lunaire for Xconfessions.com
Comenzó en 2004 con The Good Girl, un proyecto de tesis explícito y bellamente filmado que Lust hizo para un curso de cine. Ella tenía un título en ciencias políticas y al poco tiempo, las personas que le conocían quedaron asombrados. Su propia madre le decía: «¿Qué demonios estás haciendo, Erika ?»
Para la realizadora, sin embargo, la incursión en la pornografía no era un desvío de su formación académica. Era una progresión natural. Su pornografía era política.
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XConfessions es un trabajo en curso realizado en colaboración entre Lust y los fans de su trabajo. La página web anima a las personas, en su mayoría mujeres, aunque sus seguidores son diversos, a que presenten sus experiencias sexuales y fantasías personales. Las más emocionantes, interesantes, y subversivas se convierten en cortometrajes ejecutados con pericia y con un fuerte impulso narrativo. Sus personajes no son objetos sexuales o autómatas; son personas reales que disfrutan del sexo.
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Con su enfoque centrado en el deseo femenino, Lust es parte de una revolución en la pornografía. Ella espera que, en poco tiempo, cada vez más mujeres estarán haciendo y produciendo películas de este tipo, que eran hasta hace poco territorio exclusivo de hombres heterosexuales con poca comprensión de la satisfacción femenina.
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A pesar de que se necesita estar registrado para acceder a las películas deXConfessions y enviar historias íntimas, Lust ha dejado trailers y fotogramas de películas disponibles para todos. Estas escenas, románticas, con encuadres novedosos, son reveladoras, mostrando una liberación de la vergüenza y la culpa que tan a menudo envuelve a la industria del porno.
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El trabajo de la vida de Lust consiste en compartir los placeres del sexo, libre de ese sentimiento brutal que le suele acompañar contribuyendo a la opresión de género.
Es porno. Es activismo. Es cine.
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Vía: Cultura Inquieta
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