Cientos de miles de estas aves anidan en la región del Ártico y subártico de Asia, Norteamérica y Europa; y a pesar de que se conocía que al final del verano migraban al sur, nadie sabía exactamente cuál era su recorrido exacto.
Para tratar de resolver este misterio, el año pasado la BBC y la universidad de Newcastle pusieron en marcha un ambicioso plan que incluía colocar pequeños transmisores a 28 Sterna paradisea (el nombre científico de estas aves) que anidaban en las islas Farne, en el norte de Inglaterra.
Estos dispositivos pesan menos que un clip de papel y pueden registrar tanto de la distancia como la temperatura.
Ahora, a la vuelta, los científicos han podido recoger la información de las «cajas negras» de hasta 15 pájaros.
«Estamos en una etapa muy temprana de procesamiento de datos», advierte el doctor Chris Redfern, uno de los jefes del proyecto. «Y aun así podemos sacar algunas conclusiones muy emocionantes».
«Todos los gaviotines árticos analizados hasta ahora se han dirigido al sur por la costa occidental de África, luego han dado un giro al este, hacia el océano Índico, continuando su ruta hacia las aguas del Antártico», agregó.
Hace tres años se realizó en Holanda un estudio para seguir la trayectoria de estas aves en el que también se describió una ruta zigzagueante; sólo que en esa oportunidad de África Occidental saltaban a Sudamérica.
Según el doctor Richard Bevan, miembro del equipo de la universidad de Newcastle, el viaje más largo del que se tenía registro hasta ahora era de 90.000 km.
Para tener una idea, la circunferencia de la Tierra es de 40.075 km, este animal voló más del doble en un viaje de ida y vuelta de Norte a Sur.
Pero si esto parece mucho, una de las aves registradas en el proyecto de la BBC hizo una increíble distancia de 96.000 km, este es el recorrido más largo del que se tenga conocimiento que haya hecho cualquier especie de ave migratoria.
¿Por qué no hacen una trayectoria más directa?
La respuesta es sorprendentemente simple. Expertos sugieren que las aves sencillamente siguen enormes patrones de viento en la atmósfera para evitar volar contra corriente.
Inesperadamente, parece que varios de los charranes árticos que anidan en el Reino Unido estudiados por el doctor Redfern experimentan un grave caso de «pasión por los viajes de invierno».
Una vez en aguas antárticas se dejan ir a la deriva, algunas llegan a ir de un extremo a otro del continente helado.
En el viaje de vuelta, los expertos piensan que las aves siguen la misma ruta que las lleva a la costa oeste de África. Aunque esperan tener más certeza una vez que terminen de analizar todos los datos.