Con la arrogancia típica de patrón de fundo, el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, se negó rotundamente a responder preguntas de la prensa respecto de las disculpas exigidas por Saif Khan, ciudadano pakistaní injustamente detenido por sospechas de actividad vinculada con el terrorismo.
Parco, el secretario de Estado dio la espalda a los reporteros que inquirían detalles acerca del caso, que tras meses de indagación fue cerrado por falta de pruebas en contra del estudiante.
Antes de ofrecer la espalda a la prensa, Hinzpeter dijo «en Chile, todos los ciudadanos chilenos y extranjeros deben estar dispuestos a someterse respetuosamente a las investigaciones que el Poder judicial o el Ministerio Público conduzcan cuando haya antecedentes que, a juicio de esos organismos autónomos, justifiquen una investigación judicial”.
De acuerdo a ese razonamiento, todo ciudadano y ciudadana es sospechoso de algún ilícito mientras no se compruebe su inocencia, aunque el trato varía dependiendo de la casta a la cual se pertenezca. No es lo mismo el cura Karadima, denunciado por abusos deshonestos y pedofilia, el actual presidente Sebastián Piñera, involucrado, hace años, en fraudes y anomalías financieras en el Banco de Talca y pago de sobornos mientras fue propietario de LAN, o Pinochet, líder y guía espiritual de varios ministros, subsecretarios, empresarios, militares y políticos del actual gobierno, que Saif Khan, estudiante extranjero cuyo único pecado es ser musulmán, sociable, ingenuo; o los jóvenes involucrados en el denominado “Caso bombas”; o comuneros mapuche asesinados por la espalda.
Los poderosos de este país cuentan no sólo con recursos económicos y poder político, sino también con el soporte comunicacional del duopolio El Mercurio-Copesa, de TVN y demás canales de televisión.
Mientras Saif Khan permaneció recluido en la cárcel, acusado de poseer trazas de explosivos en su ropa y teléfono celular –hecho jamás comprobado y que tampoco responde a lógica alguna- los medios de comunicación se ensañaron con él, y el desfile de personeros públicos, políticos y policías frente a las cámaras fue incesante. Hoy, demostrada la inocencia del joven, pocos dan la cara.
A modo de ejemplo, baste recordar algunos titulares mercuriales y crónicas al respecto:
“miembros de un grupo ligado al estudiante habrían mencionado la posibilidad de realizar un atentado contra intereses de otra nación en el sur de Chile”.
“la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) recibió una información que cobró relevancia: algunos miembros de un grupo musulmán afincado en Chile, de nombre Ahlus Sunnah, estaban planeando algo fuerte. «Algunos de los integrantes de Ahlus Sunnah (denominado salafista, que practica una mirada integrista de la religión), grupo o colectivo del que se tenía conocimiento desde el mes de febrero del presente año, habrían mencionado la posibilidad de realizar algún tipo de acción o atentado en contra de intereses de una nación extranjera ubicados en territorio nacional, específicamente en el sur del país», dice un informe que la propia ANI hizo llegar al Ministerio Público”.
«Dicho grupo comenzó a manifestar abiertamente su adhesión a la ‘yihad’ (guerra santa) como legítima defensa; incluso en el sitio web del colectivo aparece como un sexto pilar del Islam. Además, algunos de sus miembros plantean la necesidad de imponer la ‘sharia’ (ley islámica) en Chile y dividen al mundo en una concepción bipolar de creyentes y ‘kafir’ (no creyentes)»,
“El informe hace una referencia que sólo sería entendida cuando se filtró el supuesto contacto de Saif con personas ligadas al grupo Lautaro”.
“De todos los antecedentes que se conocieron sobre la investigación contra Saif Khan, hubo uno que llamó especialmente la atención: sus supuestos nexos con miembros del grupo Lautaro, ligados al Caso Bombas. Esto se explica en el informe reservado número 288 de la Dirección Nacional de Inteligencia de Carabineros (Dipolcar). El punto nueve de dicho documento hace un análisis del tráfico de llamadas del paquistaní.
Según el informe, el 8 de febrero el paquistaní Saif Khan llamó al celular 844xxxxx de la empresa Entel y conversó durante once segundos. Según la policía, el mismo teléfono se había comunicado el 28 de junio de 2008 con un número de propiedad de Pablo Morales Fuhrimann, ex lautarista que hoy está formalizado por el Caso Bombas y permanece en prisión preventiva en la Cárcel de Alta Seguridad. La comunicación se repite, según la Dipolcar, el 5 de agosto de 2008.”
Ambos contactos fueron un año y medio antes que Saif Khan llegara a Chile.
“Esto es lo que investiga, desde hace unos meses, la Fiscalía Occidente Metropolitana a través del fiscal Emiliano Arias, quien -entre otros casos- lleva la indagatoria por los nexos de las Farc en Chile”.
Televisión Nacional de Chile, supuestamente la televisión pública, estigmatizó a Khan –así como lo hace con supuestos anarquistas, lautaristas o integrantes de movimientos sociales, estudiantes y trabajadores- y graficó en su edición central de ayer jueves 2 de diciembre la nota acerca del tema con Saif disparando lo que el periodista identificó como “un AK-47, o fusil de asalto, justificando de ese modo la cobertura del caso.”
En el Chile de Hinzpeter, donde las directrices ideológicas emanan de Libertad y Desarrollo, de la página editorial de El Mercurio, de una parte importante del empresariado y lo más conservadoramente rancio de nuestra sociedad, cualquier persona que piense distinto es un terrorista en potencia.
Los otros, los que pertenecen a su entorno, pueden ser aún más peligrosos para nuestra sociedad, pero están protegidos por un manto infranqueable de impunidad y descaro. Esa es la casta intocable.
Por Enrique Fernández Moreno