El día que llevé en un taxi destartalado a PPK, el próximo presidente de Perú

Pedro Pablo Kuczynski ganó las elecciones en Perú por una diferencia de votantes tan estrecha que apenas llenaría un estadio de fútbol.

El día que llevé en un taxi destartalado a PPK, el próximo presidente de Perú

Autor: Patricio Araya

_89947835_033375758-1Pedro Pablo Kuczynski ganó las elecciones en Perú por una diferencia de votantes tan estrecha que apenas llenaría un estadio de fútbol.

Y su apretada victoria sobre Keiko Fujimori ha dejado planteada una interesante pregunta: ¿puede llegar a ser popular un presidente cuyo apellido casi nadie sabe escribir de manera correcta en su propio país?

Por su apariencia seria, movimientos rígidos y fama como economista, a Kuczynski es además difícil imaginarle una vida intensa vinculada con estrellas de cine y hasta con el Che Guevara.

Pero de eso y más me enteré la tarde en la que le serví de taxista como parte de un reportaje para la televisión peruana, cuando PPK apenas empezaba su camino hacia la presidencia.

El taxi era similar, o incluso peor, a muchos otros que circulan en Latinoamérica: un station wagon blanco, algo destartalado, que había sufrido un par de accidentes.

Cada vez que nos deteníamos en una luz roja, olía a gasolina. Y a los pocos minutos Kuczynski tuvo que bajar la ventanilla.

«A este ritmo se me va a quedar el trasero pegado en el asiento», me dijo.

Eran los días más calurosos del verano. Y además de estar atorados en el tráfico limeño, al auto tampoco le funcionaba el aire acondicionado.

Corría el mes de febrero de 2011 y el economista postulaba por primera vez a la presidencia, luego de una larga trayectoria como empresario, banquero y ministro de gobierno.

El flautista silencioso

Durante aquella elección les propusimos a los candidatos una entrevista simulando un servicio de taxi, y para ello alquilamos uno de verdad.

Nos pareció que el cambio de escenario podría favorecer alguna respuesta más espontánea, pues las conversaciones en un taxi latinoamericano tienen muchas veces el carácter de una confesión.

«Yo no soy muy expresivo. No me gusta hablar de mí mismo», fue sin embargo una de las primeras cosas que me dijo al montarse al mío el virtual nuevo presidente de Perú.

E incluso cuando se presenta, Pedro Pablo Kuczynski prefiere que lo llamen simplemente PPK.

Alejado de la inflamada tradición política del continente, sus discursos nunca han sido reconocidos como vibrantes ni apasionados.

Durante la campaña que perdió en 2011, por ejemplo, contrató al motivador mexicano Miguel Ángel Cornejo para que exaltara a la multitud.

Luego, con el público preparado y ansioso, el candidato se limitaba a decir unas pocas palabras, desenfundaba su flauta traversa e interpretaba el mítico «Cóndor pasa».


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