Tanto en el porno como en la fotografía que busca ahondar en la realidad de prostitutas y burdeles, generalmente vemos el rostro de las mujeres pero no el de los hombres. Mostrando una realidad que objetiviza a la mujer, que la pone en el centro de la acusación y como receptáculo de los deseos, provocaciones, golpes, negociación de un mundo oscuro y paralelo al que la mayoría vive cada día.
La fotógrafa española Cristina de Middel ha realizado en Brasil un proyecto llamado Gentlemen’s Club que le da la vuelta a ese paradigma. Ha puesto en el centro del lente y de la misma habitación que han compartido con prostitutas a los «clientes habituales». Además les ha pagado por posar, lo mismo que ellos pagan a las mujeres por un «trabajo sexual», dando también un giro a su rol dentro de esas mismas habitaciones.
Cristina puso un anuncio en varios periódicos locales de Río de Janeiro con un único objetivo: retratar a clientes habituales de prostitutas. Así fue como logró fotografiar a Silvio, un guardia de seguridad de 28 años que trabaja en un club nocturno y recurre a los servicios de prostitutas unas tres veces al mes. O Walter, un camarero de 50 años soltero y sin hijos, que frecuenta prostitutas una vez al mes porque no tiene novia y Hugo, un soltero de 70 años que empezó a acudir a los prostíbulos a los 12 años y sigue haciéndolo porque piensa que las mujeres están hechas para eso.
“Mi intención no es tomar partido sobre la prostitución o su legalización. Quería contar esta historia de una forma completa. Al tratamiento visual de la prostitución le falta la mitad de la información”.
Aquí te dejamos las fotografías