Estaba junto a mi mejor amigo cuando pasó, veíamos una película que llevaba días pidiéndome que pusiéramos en cuanto termináramos la semana de exámenes, ni siquiera recordaba muy bien el título, pero el fin de semana lo llamé para invitarlo a comer y decirle que ya había conseguido que mi hermana nos prestara su pantalla.
Fue bastante entretenida y lo más curioso fue que parecía que estaba viendo algo que ya conocía, como cuando hablan del mismo tema en las reuniones familiares, ese que has escuchado tanto que no es necesario poner toda tu atención en él para adivinar qué comentario le sigue. Así me sentí cuando vimos la película de los samuráis que eran estrictamente entrenados por un maestro a quien todos admiraban y temían al mismo tiempo.
Pero fue un momento muy específico el que me hizo sentirme tan extraño aquella vez, pues cuando alguno de los personajes de la película estaba por cortar un pedazo de seda roja con su espada, como parte del entrenamiento de agilidad y velocidad con el que eran preparados, fue como si una burbuja del pasado me hubiera absorbido. Se me taparon los oídos y todo lo que escuchaba parecía tener eco, después cerré los ojos, todavía no recuero que me llevó a hacerlo, solamente me concentré en el seseo que la espada produjo al atravesar la tela mientras sentía un peso que recorría desde mi muñeca hasta el hombro, cuando abrí los ojos me sorprendí al verme moviendo el brazo a la par del personaje que lo hacía en la película, lo cual me descolocó y me hizo pegar un fuerte salto del sillón.
No le di mucha importancia a aquel día, pero semanas después comprobé que algo sobre el pasado estaba moviendo mi presente, la sensación de ser otra persona, mucho más antigua y de otro lugar, regresó cuando por accidente tiré una caja del librero de mi padre que contenía algunas chucherías viejas y un par de fotografías en blanco y negro con las orillas amarillentas, en las que vi a un hombre idéntico al de la carátula de la película que me había atrapado en una especie de trance, pero no fue como si hubiera visto a alguien más, sino como si me hubiera visto a mí mismo con un rostro distinto.
Parecido a esa sensación que tenemos cuando recién despertados y bastante adormilados nos vemos al espejo tratando de reconocernos poco a poco.
Experiencias como ésta son algunos de los fenómenos que alguien con vidas pasadas puede llegar a vivir. Todas esas veces que sientes un miedo inexplicable por algo a lo que sabes muy bien que no hay razón para temerle o el momento en que tu mirada se cruza con la de un extraño que parece reconocerte y tú a él, sintiendo una fuerte conexión entre los dos, pueden tener una explicación, según el psiquiatra Brian Weiss, autor de algunos libros como “Muchas vidas, muchos maestros”, “Muchos cuerpos, una misma alma” y “Los milagros existen. El poder sanador de los recuerdos de vidas anteriores”.
El escritor sugiere que existen cuatro puntos para comprender si uno posee alguna o varias vidas pasadas:
4. Tener una o varias almas gemelas
Con esto el autor se refiere a esas personas que nos rodean y con las que nos sentimos en completa paz. Pues según Weiss, existe un grupo de almas con las que viajamos a través de diferentes vidas, la teoría que sostiene esta hipótesis es la de siempre pertenecer al mismo grupo de almas para poder aprender las lecciones espirituales que todas ella nos dan, así acumularlas y resolver nuestro karma con ese grupo de entidades en alguna de nuestras vidas.
Es por eso que a veces, cuando tenemos una relación con alguien, sentimos que lo conocemos de años atrás, pues aunque la dinámica y el entorno de la relación cambia, las almas que la conforman son las mismas. O tal vez se trate de algún familiar que murió, como nuestros abuelos, para después reencarnar en alguno de sus nietos siendo casi inexplicable el parecido que hay entre ellos, no sólo físico, sino temperamental.
Lo hermoso de esta creencia es que al viajar siempre con el mismo grupo de almas, nunca perdemos a nuestros seres queridos, solamente cambiaremos de cuerpos y rostros para volvernos a encontrar en algún punto de todas nuestras vidas.
3. Sentir afinidad con algo que pertenece al pasado
Tus talentos y habilidades, tus gustos y disgustos, tus hobbies y tus aversiones también forman parte de las pistas para encontrar alguna de tus vidas pasadas. Pues puedes llegar a sentirte atraído por una época, un personaje histórico, un lugar o un evento particular que tal vez nunca hayas visto, pero te hace sentir “en familia”.
Por ejemplo, las materias que se te facilitan o las profesiones para las que seas más apto tienen que ver con quién eras y lo que hacías en tus vidas pasadas, según los escritos del psiquiatra norteamericano.
2. Soñar con escenas tan reales como la vida misma
Esas veces que te despiertas confundido por el sueño que tuviste, el cual se sintió tan real que pudiste haber jurado que se trató del día anterior, pero en realidad son memorias emergentes de vidas pasadas, pues como lo explica el Dr. Weiss, los recuerdos de éstas no siempre se nos presentan como remembranzas reales, a veces nos llegan en forma de sueños que contienen metáforas, símbolos o detalles que pueden ser interpretados a modo de mensajes que estas existencias previas nos dejaron para recordarnos qué venimos a hacer en la vida presente.
Estos sueños suelen ser como poemas, difíciles de interpretar, pero siempre hermosos por la conexión que nos generan.
1. Esa sensación de familiaridad
Cada vez que la regresión a vidas pasadas se hace presente, llega a nosotros una especie de sanación que permite que nuestra mente, cuerpo y alma evolucionen, fortaleciendo nuestras relaciones del presente. Todas estas visiones en forma de recuerdos borrosos son signos comunes de que fuimos testigos o protagonistas de historias pasadas en la que fuimos lastimados o lastimamos a alguien.
Son como déjà vus que necesitan arribarnos para encontrar una cura a la herida que otra persona o situación nos dejó. Pero esto sólo ocurre cuando nos enfrentamos con estas piezas del pasado de las que brota una penetrante sensación de cercanía y familiaridad con una persona, lugar o momento en específico.
El médico que ha investigado y documentado en sus libros todas estas creencias sobre la reencarnación, la regresión de vidas pasadas, la progresión en vidas futuras y la supervivencia del alma humana después de la muerte, ha basado sus escritos en testimonios e historias de muchos que aseveran haber atravesado por alguna de estas experiencias con las que comprueban ser parte de ese pequeño grupo que conoce y reconoce su vidas antiguas.
Al igual que Weiss, muchos psicólogos y otros expertos en terapias alternativas utilizan los recuerdos de experiencias remotas para curar todos esos problemas para los que en el presente no se les encuentra un explicación o justificación por medio de técnicas como la hipnosis o la regresión.
Cada vez son más las personas que se sienten identificadas con estas semblanzas sobre vidas añejas, almas viejas y reencarnaciones que nos convierten en almas milenarias divagando por el mundo para encontrar nuestra redención en alguna de nuestras vidas.