Tras un evidente deterioro en su salud, este domingo 3 de julio murió «Arturo», el oso polar del Zoológico de Mendoza. «El preciado animal falleció por un desbalance hemodinámico, lo que desencadenó en una descompensación multisistémica», informaron desde el gobierno de la ciudad trasandina. El animal llegó a los 8 años al recinto, alcanzando a vivir alrededor de 31, de los cuales pasó 22 en cautiverio.
«Durante los últimos días, el oso polar presentaba un cuadro médico terminal grave por su avanzada edad y diversas complicaciones físicas de deterioro. Entre otras, pérdida total de apetito, consecuente disminución de su peso y pérdida de visión y olfato», añadieron.
Los estudios que se le realizaron en el último tiempo revelaron la presencia de «osteólisis del hueso nasal, es decir, desgaste del hueso, producido por infección, ya que se determinó presencia de bacterias y hongos en la zona», frente a lo que se le realizó un tratamiento antibiótico prolongado. Además, la inspección ocular estableció una «pérdida de visión crónica en el ojo derecho», mientras que su ojo izquierdo no pudo ser examinado «debido a la inflamación que presentaba, producto del cuadro general infeccioso observado y que luego terminó con una ceguera total», detalla el gobierno local.
La muerte de «Arturo» ocurre en medio de presiones de organizaciones animalistas por el cierre de estos recintos en Argentina y durante la implementación del Plan de Reconversión del Zoológico de Mendoza. En teoría, este proyecto terminaría con la exhibición de animales, los cuales serían derivados a santuarios, reservas, granjas educativas u otros establecimientos públicos o privados que brinden mejores condiciones para las distintas especies en cautiverio.
Una experiencia que también está llevando a cabo el Zoológico de Buenos Aires, que tras 140 años de funcionamiento será convertido en un ecoparque y sus animales trasladados paulatinamente a reservas naturales y santuarios a lo largo de Argentina.