Patricio Navia: ¿De qué crisis me hablan? “La democracia es más vociferante, desordenada, pero también está más fortalecida”

Lo que tenemos en Chile es que el sistema político, muy elitista, muy cerrado, no representa adecuadamente lo que la gente quiere. No diría que es una crisis, sino una condición permanente, dice el analista

Patricio Navia: ¿De qué crisis me hablan? “La democracia es más vociferante, desordenada, pero también está más fortalecida”

Autor: paulwalder

patricio-naviaPatricio Navia, cientista político y académico de las universidades de Nueva York y Diego Portales (UDP) observa el actual momento político con tranquilidad. Un trance que no lo inquieta, al que no le corresponde siquiera  la denominación de crisis. Para Navia estamos en un proceso de crecimiento, de mayor democratización, de más inclusión de los sectores medios, de sanas vigilancias ciudadanas de las elites y de sus acciones oscuras y corruptas. Un nuevo escenario que es y será más tenso, desordenado, complejo, pero que es favorable para las relaciones políticas y sociales. “Hay más desorden, menos disciplina, pero nadie quiere que se hunda el bote. En la medida que logremos incorporar a más gente, la democracia se hace más fuerte. Más vociferante, desordenada, pero también más fortalecida”, afirma Navia.

 

Las primarias del 19 de junio  tuvieron una nueva marca en la baja participación ciudadana en eventos políticos. De un universo de más de cinco millones acudieron apenas unas 280 mil personas. ¿Cuál es tu interpretación?

 

El hecho que votara el 5% de la población no es una figura correcta, porque en muchas comunas no se podía votar. En Puente Alto no hubo primarias, en Las Condes tampoco. En muchas ciudades del país no hubo primarias, en otras hubo pero de una sola coalición. Además, no hubo  primarias en coaliciones alternativas, lo que significa que mucha gente que vota por estas coaliciones tampoco tuvo la opción de votar. Si eres un votante Humanista, que sacan entre el 3 y 4 % de los votos, por qué tendrías que votar a las primarias. No tiene ningún sentido. O si eres de la Alianza de La Florida, donde hubo sólo primarias de la Nueva Mayoría, no tienes para qué ir a votar. No significa que sea un mal ciudadano o que estés desinteresado en la política. Por tanto, ese 5% en realidad está más cerca de ser un 20% de la gente que realmente tenía opciones para votar.

 

Pese a ello, confirma la baja participación y la crisis de representación

 

La baja participación en las primarias no es evidencia de una crisis de representación. En comunas donde sí hubo candidatos atractivos, la gente sí salió a votar. Para bien o para mal, Valparaíso fue una de las pocas comunas con candidatos atractivos porque se presentaba DJ Méndez como candidato y allí la participación de los electores de la Nueva Mayoría fue relativamente alta. Salió a votar casi la mitad de la gente que votó hace cuatro años por el candidato a alcalde de esa coalición. En los lugares donde hubo competencia, donde hubo alternativas, la gente sí salió a votar y eso muestra que la gente tiene interés en participar  cuando le ofreces alternativas para votar. Pero no puedes decir que no hay interés cuando no le ofreces alternativas interesantes para votar.

 

DJ Méndez es un candidato que viene desde fuera a reforzar una coalición debilitada. De cierta manera este caso vendría a reforzar la tesis de crisis representativa.

 

Mi problema con la crisis de representatividad es que crisis es algo temporal. Cuando tienes una crisis que dura 20 años es condición permanente.  Lo que tenemos en Chile es que el sistema político, muy elitista, muy cerrado, no representa adecuadamente lo que la gente quiere. No diría que es una crisis, sino una condición permanente. No es que de pronto vaya a terminarse con esa crisis.  No hay ninguna indicación de que en el futuro vayamos a tener una recuperación de las confianzas. No. Las confianzas se perdieron en Chile y en todos los otros países, por tanto tenemos que aprender a vivir sin confianzas. No es que alguna vez haya habido altos niveles de confianza, probablemente durante la transición a la democracia  esta situación era distinta y ahora entramos en una normalidad en la que saludablemente la gente duda de las elites. Me parece correcto dudar de las elites. Cuando la gente confía mucho en las elites es porque no sabe qué hacen las elites.

 

Es bien ambivalente  esa relación de desconfianza. ¿Cómo votas por quien  desconfías?

 

La desconfianza es saludable. Es porque la gente tiene acceso a información ahora de cosas que antes nunca supo. SQM estaba financiando la política chilena desde hace mucho tiempo, desde mucho antes que aparecieran estos escándalos. SQM comenzó a financiar la política desde comienzos de los 90, pero nadie sabía y la gente ni siquiera se preguntaba quién financiaba las campañas. Hoy todo el mundo se pregunta.

 

Pero esta falta de confianzas podría crear problemas de gobernabilidad

 

Yo diría que presenta distintos desafíos de gobernabilidad. Evidentemente la gobernabilidad es más fácil cuando hay miedo que el dictador  vuelva al poder. Como todos le tenemos miedo al lobo, que puede volver en cualquier momento, nos disciplinamos y dejamos que pasen una serie de situaciones. Cuando el lobo ya se murió y la gente ya no le teme, surgen otros desafíos de gobernabilidad. Pero creo que es mejor tener desafíos de gobernabilidad. Tienes más gente sentada a la mesa discutiendo y exigiendo sus derechos. En la medida que sepamos convivir con nuestros derechos y obligaciones vamos a tener una democracia más madura.

En este aspecto, cómo interpretas la crisis de gobernabilidad que vive hoy Brasil, que se ha salido de la institucionalidad.

Brasil siempre  ha tenido estos problemas, Brasil ha tenido históricamente problemas de corrupción.  Pero qué pasaba. La gente sabía menos, porque había menos información. En segundo lugar, la economía crecía. Cuando la economía crece, la gente acepta de cierto modo la corrupción, lo que no es así cuando se vive con una economía estancada. Cuando hay mucha plata para repartir, no importa tanto que los políticos roben; pero no así cuando la economía se frena. En esos momentos, la gente culpa a los políticos que se roban la plata  de la crisis económica.  Creo que la preocupación con la corrupción ahora responde más bien a la crisis económica  que a una preocupación por la corrupción.  Eso lo podremos ver en las próximas elecciones en Chile. Si el alcalde hace bien su pega, con la recolección de basura, la seguridad, etc., no importa tanto que se meta un poco de plata al bolsillo.

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En octubre coincidirán en Chile estas dos cosas que tú ves en Brasil

 

Claro. Porque no hay crecimiento económico, y creo que será aún mayor para el 2017. Para entonces, todo el mundo preguntará cómo viajó, quién le pagó su pasaje, dónde se está quedando, quién le pagó el hotel. Cosas que antes pasaban. En las elecciones anteriores todos los candidatos usaban un avión, pero ahora que se les cuestiona.  Para el 2017 ningún candidato podrá subirse a un avión privado.

 

DEMANDAS DE LAS CAPAS MEDIAS

 

Desde tu mirada liberal, ¿por qué estalla el malestar social a través de los estudiantes?

 

Yo creo que lo que vienen a expresar  los estudiantes son las demandas de las capas medias de la sociedad. Yo también quiero participar en esta fiesta.  Antes del movimiento estudiantil las elites eran muy cerradas, eran unos pocos  los que tomaban las decisiones en todo ámbito de cosas. Estaban relacionados, casados entre ellos, y mandaban en todo lo que ocurría en Chile. Ahora  ya no puede ser porque la clase media está ejerciendo presión y tratando de demandar, de forma desordenada y desarticulada. Ahora se ha sentado mucho más gente en la mesa y las decisiones deben ser más consensuadas. Me parece que las democracias funcionan así. Lo inusual es lo que sucedió en Chile en los 90, que por temor a la dictadura había mucho más gente  fuera de la mesa.  La democracia funciona de forma más caótica, más desordenada, y eso significa que el poder está más distribuido. Eso me parece que es una buena señal. No me parece que sea una crisis, sino que es el orden correcto.

 

¿No ves en estos casos riesgos de quiebres democráticos?

 

Creo que no. Esta democracia será más flexible. Va a ser más difícil ponerse de acuerdo, va a haber más grupos reclamando, más tensiones, pero tú no ves a nadie diciendo queremos terminar con la democracia. Al contrario, lo que ves en las calles es gente que reclama por más democracia, queremos que la gente tenga más injerencia, más capacidad de decisión. Es una crisis de crecimiento si se quiere, con gente que  también exige más responsabilidades.  A diferencia del argumento que dice estamos en una crisis, esto se va a acabar y tiene que venir algo nuevo, lo que yo estoy viendo es que la democracia chilena se está consolidando con más actores sentados a la mesa y más desordenados.  Esto también te garantiza más seguridad. Cuando están todos dentro de la fiesta, todos participando, todos arriba del bote, nadie quiere que se hunda.  Hay más desorden, menos disciplina, pero nadie quiere que se hunda el bote. Los únicos que quieren que se hunda son los que no se han podido subir.  En la medida que logremos incorporar a más gente, la democracia se hace más fuerte. Más vociferante, desordenada, pero también más fortalecida.

 

 

 

 

MOVIMIENTO ESTUDIANTIL

 

Tú eres un liberal. En este momento hay un movimiento de estudiantes que no baja la guardia. Lo que reclama es un cambio al modelo, a la institucionalidad. ¿Cuál es tú punto de vista ante este escenario?

 

Yo creo que la gente quiere un cambio pero no se pone de acuerdo de qué cambio quiere.  Algunos estudiantes dicen, lo que queremos es que el Estado financie la educación pública y que no le dé dinero a universidades privadas con lucro o sin lucro. Otros te dicen, no, está bien que subsidien a universidades privadas como la Universidad Católica o la Universidad Diego Portales y también a las universidades estatales. Esas distintas posiciones no se han conciliado, entonces en la medida que hayan distintas personas con distintas posiciones, hay una demanda radical por cambios. No nos gusta el sistema actual pero no hay claridad respecto al sistema que quieren construir.  Y ese debate creo que todavía no se ha dado. El estar de acuerdo respecto a lo que no quieres no significa que  vas a estar de acuerdo respecto a lo que sí quieres.  Creo que ahí hay una discusión importante.

 

¿Qué rol debe cumplir el Estado en este debate?

A mi juicio, creo que es fundamental que el Estado debiera ser lo suficientemente fuerte para garantizar  opciones  estatales  a toda la gente que lo quiera. Me parece lógico comenzar por ahí. Pero no se comenzó por ahí, no es que se estén financiando más las universidades públicas, porque también se financian las no públicas, las del CRUCh. Por qué la Universidad Católica, o la Federico Santa María, universidades privadas ambas, reciben aportes fiscales mientras la Universidad Cardenal Silva Henríquez, que atiende a alumnos de menores ingresos, no recibe aportes fiscales.  Eso no tiene ningún sentido. A lo mejor se justifica si dices sólo queremos financiar a las universidades que estaban ahí antes, pero no estás siendo igualitario sino  defendiendo los derechos adquiridos de los que llegaron primero. Entonces la discusión de si vas a financiar sólo universidades del CRUCh o sólo a personas de menores ingresos te lleva a conclusiones muy distintas y creo que el gobierno no ha sido lo suficientemente honesto.

 

 

Y qué debiera hacer el gobierno, que tras sus promesas electorales ha puesto en marcha una reforma insuficiente que tiene a  los estudiantes en las calles. ¿Cómo sale de este trance?

 

El gobierno debería hacerse cargo de sus promesas.  Decir, nosotros ganamos con estas promesas y esto es lo que vamos a hacer. Me da la impresión que este gobierno prometió mucho más de lo que podía cumplir. Sabían que no podían cumplir esa promesa de educación gratuita para el 70%. Es un acto de irresponsabilidad decir  que vamos a llegar al 70% de gratuidad de aquí al 2021, durante el próximo gobierno. Imaginemos que el próximo gobierno sea de Piñera, o incluso Lagos. Qué pasa si ellos dicen no, tengo otras prioridades. No tengo por qué implementar las políticas de mi antecesor. Esto de prometer cosas al próximo gobierno me parece un acto de irresponsabilidad.

 


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