Andrés Godoy: “la música es algo que llevo dentro profundamente y que siempre ha sido una muy buena influencia en mi vida, en todos los aspectos. Como un motor que me impulsa de un lado a otro; que me proyecta. Por otro lado, es como un refugio que me acoge”.
-Primero, ¿dónde nace la carrera de Andrés Godoy…?
-Yo hace muchos años dejé venir las influencias musicales a la vida, lo que me sucede es que dejo que la cotidianeidad venga a mí, y no ponerle atajo y ver qué cosas son las que me interesan y cuáles son las que me definen e identifican más y, a partir de esas, hacer mi propia identidad, porque finalmente uno es un montón de cosas que te influyen…
Crecí en un ambiente donde se escuchaba mucha música popular, las cumbias, los boleros, las rancheras. Mi abuelo cantaba rancheras. Mi padre que era cantante aficionado, a mi madre le gustaba el tango.
También las fiestas de casa, fiestas de los barrios de esa época. Más adelante, también la música docta por distintos ámbitos desde lo más tradicional hasta lo más loco y la música concreta, dodecafónica, pero tradicional también.
Recibí mi primera guitarra a los 11 años y de ahí no paré.
-El primer disco del ‘85 “No estamos solos” ¿Cómo se produce?
-Había terminado con mi banda que era Andrés, Ernesto y Alejaica. Veníamos trabajando desde fines del ‘79 hasta el ‘84. Tomé la decisión de irme en ese minuto a mediados del ‘84 a Buenos Aires, y tuve muy buena acogida y eso me dio el impuso a decir “¡Ah, puedo hacerlo solo!”. Puedo hacer mi proyecto solo también.
-¿Las condiciones en Chile no estaban como para grabar acá? ¿Por qué viajaste a Argentina?
-Sí. Uno, porque no habían circuitos, estábamos en plena dictadura. Era muy complejo tocar. Todavía no se profesionalizaba la escena. Había mucha ortodoxia. Ahora uno no ve muchas tribus, pero en ese tiempo existía, por ejemplo, la tribu de los jazzistas, la tribu del canto nuevo, que era contra el sistema, súper bien. Yo tenía mucha relación con esa tribu y de hecho tocaba con algunos de ellos en esa época. La tribu del Jazz también hacía lo suyo en su gueto. También estaba la tribu del rock, también lo mismo, pero esta era muy mal mirada por las otras tribus, porque era como que los rockeros no se mojan el potito contra el sistema, y no era tan así. Era como si los roqueros estuviésemos haciéndole un servicio al imperialismo, por así decirlo.
-Y cómo te toca la onda en Argentina, entonces, para grabar…
-Súper bien porque fui invitado de inmediato a tocar con Piero, con Juan Carlos Baglietto. Tuve una entrada muy rápida. Entonces el disco surge en esa dualidad, porque por un lado venía saliendo de la otra banda y por otro quería hacer mi proyecto solo. Y ese es el primer disco que es pop, con mucha influencia pop electrónica y con letras muy fuertes, contra el sistema que hablaba de la elite politiquera.
-¿Existe una gran diferencia con tu última producción del 2007 “La risa o el zen”?
-Total diferencia porque es un disco que lo hicimos con electrónica, con los teclados que habían en la época, un Casio, que eran muy elementales, pero creíamos que un secuenciador Casio era lo máximo del mundo, en esa época, y nos creíamos ese cuento. Lo contrario de éste, es que en este disco, La risa o el zen, regresé a mi origen en el sentido que volví a tocar mi guitarra acústica y esa es la gran diferencia.
-Tuviste un premio, “mejor ejecución”, en el Apes ¿Qué tal con eso?
-Sorpresivo, porque no estoy acostumbrado a las premiaciones, no creo mucho en ellas tampoco, pero me pareció exótico que me premiaran; nunca supe si me premiaron por la calidad o por la complacencia porque son dos cosas distintas. La complacencia es ver que un tipo se esfuerza por hacer algo, como es mi caso, que tengo entre comillas cierta discapacidad, porque somos todos discapacitados de algo. Pero para tocar un instrumento, de manera normal, de manera lógica, no sé si quienes definieron eso optaron por la complacencia de premiar a un tipo que se esfuerza o por la calidad.
-¿Cómo comienza la idea de internacionalizar tu trabajo…?
-No pensaba hacer estos circuitos que estoy haciendo, lo soñaba. Cuando hice “La risa o el zen” estaba aquí en Chile en un proceso de total agotamiento respecto de la escena. Entonces dije: OK, si quiero hacer música, aquí no la puedo hacer, alguien tiene que sustentarte. Primero pensé irme a Nueva York, y luego, cuando hice el disco, un amigo me dijo: “¿Por qué no lo subes a My Space?, -¿qué es eso?, tal cosa, tal cosa…”, y lo subimos y empecé a hacer contacto con gente de afuera, y gente de afuera vio el disco y le gustó mi manera de tocar. Finalmente mi deseo de ir a tocar a la calle, o de ir a tocar a otro país se concretó. Fui a Los Ángeles, toqué en San Diego, Arizona, Tuxon, esa fue mi primera gira digamos.
-¿Y el ta tap?
-El ta tap, es una técnica muy hábil que sin haberme dado cuenta, solo ahora, estos últimos años, supe que había sido inventor de ello. El ta tap viene del taping y del baile de los 40. Una vez Jocelyn Zelaya, que ha sido dos veces nominada a los Gramys me dijo: “Quiero tu técnica de mano izquierda. Quiero saber cómo te mueves, cuál es la fuerza que ocupas, la tensión, los diversos golpes que haces”, y le enseñé paso por paso y ahora ella y muchos músicos en Europa están ocupando la técnica.
-¿Viene alguna producción tuya, algún disco, en unos años más, tienes algo pensado?
-Un demo dvd que grabé antes de irme a Europa, la idea de eso es hacer una primera aproximación a un documental. Estamos trabajando. Además estoy preparando dos discos uno que son sólo piezas instrumentales para guitarra acústica y otro que es más bien cantautoral.
-¿Y bajo qué sello?
-Estos son independientes. Eventualmente por Oveja Negra.
-¡Quéjese!
-Hablar un poco de los espacios, siempre faltan los espacios o si los hay la gente no viene. Y me pregunto ¿por qué no vienen? Desconocen lo que está pasando con los músicos chilenos. Desconoce la gente, entonces, que hay músicos de toda orden que están sacando sus producciones. Y me pregunto si el problema es de la gente, de la promoción, de la difusión. ¿Falta difusión de la música chilena? Me pregunto todo eso.
Por otra parte, en Chile por ejemplo, no cuidamos lo nuestro, no cuidamos el cobre, no cuidamos la energía, no cuidamos los caminos. Entonces todo esto pertenece a empresas extranjeras y me pregunto ¿Cuánta imposición le exigen a esas empresas para que se lleven nuestras riquezas?
Por Pía Sommer Catalán
Fotografía cabecera: Leonel Retamal, Andrés Godoy y Marcelo Godoy, en Música e Industria, Valdivia 2009.
Más información: www.andresgodoy.com / www.myspace.com/andresgodoy
Cultivos chilenos, segunda quincena noviembre 2010
El Ciudadano N°91