Gracias a las últimas tecnologías para registrar la actividad cerebral, un equipo de científicos de la Universidad de Warwick, en el Reino Unido, ha podido observar el funcionamiento neuronal que hay detrás de la inteligencia humana. Los investigadores han descubierto que mientras más variables y flexibles son las conexiones entre las diferentes partes del cerebro, mayores pueden ser la inteligencia y la capacidad de aprender nuevas tareas.
Al procesar información, las neuronas son una explosión de impulsos eléctricos, conectándose en una dinámica frenética y creando patrones que cambian constantemente. Los investigadores, quienes publicaron su estudio en la revista Brain, pueden haber descubierto, finalmente, las propiedades fundamentales que subyacen a la inteligencia humana.
Hasta el momento, los estudios habían podido medir, bien la actividad general del cerebro al realizar ciertas tareas, o bien la manera en que se conectaban ciertas regiones cerebrales específicas, pero nadie había logrado observar directamente lo que los científicos llaman «la variabilidad temporal de la arquitectura funcional» del cerebro.
Bpasicamente, esto se refiere a cuántas veces y por medio de qué patrones se comunica una parte del cerebro con todas las demás, y cómo estas dinámicas van cambiando con el tiempo. Esta observación da cuenta de cuán estática o flexible es la conectividad de esa región. Esto parece ser importante en relación a una serie de estudios previos, que habían mostrado que los cerebros más flexibles tienden a ser los de las personas más inteligentes, con mayor CI y capacidad para aprender nuevas tareas.
El conductor del estudio, Jianfeng Feng, y sus colegas, analizaron imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf) y electroencefalogramas (EEG) de 1.180 personas de todo el mundo, y notaron que las áreas cerebrales que están muy involucradas en el aprendizaje –como el hipocampo, el giro recto y el núcleo caudado– muestran una alta variabilidad temporal. Esto significa que cambian rápida y regularmente sus patrones de conexiones.
En contraste, las regiones del cerebro que controlan funciones más automáticas y que no están relacionadas con la conciencia, como las cortezas motora y sensorial, muestran una variabilidad temporal baja y mantienen patrones de conectividad mucho más estáticos.
Los investigadores explican que esta flexibilidad puede ser la propiedad clave que permite a ciertas regiones del cerebro aprender y desarrollarse, siendo esta variabilidad temporal el primer facilitador de la inteligencia.
Una de las implicaciones prácticas de este descubrimiento podría estar en el mejoramiento de la inteligencia artificial –al desarrollar redes neuronales artificiales capaces de aprender–, pero los autores recalcan que su aplicación más importante podría estar en el estudio y comprensión de la enfermedad mental.
En la investigación, Feng y su equipo trabajaron con personas con ciertos trastornos mentales. Por ejemplo, en el caso de la esquizofrenia, pudieron observar que ciertas regiones claves, relacionadas con esta enfermedad, presentaban una variabilidad extremadamente baja en sus patrones de conectividad.
Aunque para los meurocientíficos ha sido muy difícil profundizar en el funcionamiento del cerebro, este estudio podría representar un giro importante en la búsqueda por entender lo que es la conciencia.
Fuente, IFLScience
El Ciudadano