¿Dónde están los canales de televisión? La interrogante, lanzada por el presidente de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, instaló la duda en medio de la marcha realizada a principios de noviembre, protagonizada por cerca de un millar de trabajadores en huelga, de tres empresas que han logrado alguna visibilidad mediática: Farmacias Ahumada (Fasa), Transaraucaria y Casino Monticello.
Son múltiples los factores que inciden en este nuevo escenario de relación, o no relación, de los medios masivos (La Tercera y El Mercurio y los canales de televisión) con los conflictos laborales. Si bien hoy en día hay una amplia red para informarse, a través de portales web de la más variopinta procedencia, su impacto sigue siendo menor al de los periódicos y la “pantalla chica”, porque la TV, por su masividad, y los diarios, por su llegada a la élite que toma las decisiones, siguen reinando en ese mar de información, o de desinformación para ser precisos. Simple: Si no sales en la tele o en los diarios, no existes noticiosamente.
Pero volvamos al bloqueo informativo sobre los conflictos sociales y laborales. El más potente es el que se da por la relación comercial entre empresas con trabajadores en huelga con los medios de prensa, ya que estos se financian con la publicidad, un elemento clave a la hora de viabilizar económicamente un proyecto periodístico. ¿Es posible, por ejemplo, que puedan elaborar notas e informaciones con mirada crítica e independiente sobre las causas que desatan las huelgas si en sus páginas o minutos de publicidad en pantalla las empresas involucradas ocupan un lugar preferencial?
El caso más evidente de lo último es Fasa. El canal público, sólo se acercó a este conflicto ya cuando éste terminaba (fue un mes de huelga). ¿Y cómo lo hizo? Con una nota que se iniciaba con imágenes del día en que, en el centro de Santiago, se produjeron algunos incidentes y destrozos menores en unos locales de la cadena farmacéutica, en medio de una manifestación de sus trabajadores. Los trabajadores movilizados no tuvieron espacio en la noticia.
La relación es fácil. Un minuto de avisaje en TV en horario estelar, como el de los noticiarios, vale mucho más que en otros segmentos de programación. Por lo tanto, el medio debe cuidar al cliente y el cliente exige cuidado. “Estamos vetados por los anuncios publicitarios”, se quejaba Imarú Martínez, presidenta del Sindicato N° 1 de Fasa, en medio de la huelga legal que protagonizaron cerca de 700 trabajadores.
Sumemos a esto los “rostros”, léase periodistas que han alcanzado notoriedad pública, que han sumado como “pituto” la conducción de programas noticiosos en radio y que acostumbran leer comerciales entre noticia y noticia. Otros, que no dudan en grabar spots publicitarios para bancos, multitiendas y hasta AFPs. ¿Se podrá esperar de ellos una mirada realmente independiente? Al menos, queda la duda. En suma, un círculo vicioso.
Otro de los factores que incide en este bloqueo informativo es la intervención gubernamental que marca pautas en estos medios masivos. Ejemplo de ello es el conflicto de los 600 trabajadores de Transaraucaria. Más de cuatro meses con sueldos e imposiciones impagas, luego que la empresa se declara en quiebra, con huelga de hambre incluida, serían datos más que suficientes para esperar una cobertura periodística medianamente visible. Sin embargo, se instala el silencio.
Este conflicto apunta al corazón de Transantiago, una desastrosa política pública sobre la que, si bien es heredada, el Ejecutivo debería pronunciarse debido al impacto social que tiene.
Dirigentes de esta ex operadora del sistema público de locomoción colectiva capitalino literalmente han peregrinado por diversas reparticiones públicas, incluida la Contraloría General de la República, y se han enfrentado al mutismo, a la indiferencia y a la desidia. La ecuación es fácil. Problema que afecta a una política pública no conviene al Gobierno y como éste marca pauta desde el punto de vista informativo, consigue invisibilizar el conflicto, con la complicidad de los medios masivos.
Fasa, Casino Monticello, Transaraucaria, y la minera Collahuasi, son los conflictos que han logrado alguna visibilidad en la prensa durante este año. Pero no son los únicos. Hay otros de los que nadie se ha enterado. Entre ellos, Carozzi-Ambrosoli-Costa, en Viña del Mar; empresa Segaer, que presta servicios externos a LAN; Correos de Chile, Servicios Mineros CIMM T&S, y Casa Moneda.
Si a este panorama, se agregan al menos tres huelgas de hambre que han tenido lugar durante el 2010. El prolongado ayuno que protagonizaron comuneros mapuche en el sur del país que, salvo medios radiales y electrónicos que lo siguieron desde su génesis, sólo alcanzó lugar en la pauta de los medios masivos ya cuando el movimiento se extendía por 50 días. Sólo la magnitud del daño físico que ya a esas alturas alcanzaba a los cuerpos de los mapuches logró romper el bloqueo informativo e, incluso, llevar al Gobierno a sentarse y negociar.
Pero también hubo huelgas de hambre de los trabajadores de Casa Moneda y en el conflicto de Transaraucaria. Y la más anónima fue la que emprendieron en agosto Tatiana Tarifeño y Carolina Espinoza, dos pobladoras que demandaban la reposición de los subsidios en el Programa Chile Solidario de Vivienda 1, para más de 10 mil familias.
El 2010 ha sido uno de los años con menos información de los conflictos y movilizaciones sociales y laborales desde el término de la dictadura. En un Gobierno caracterizado por la falta de disposición al diálogo y con directos vínculos con el mundo empresarial, ellos resultan molestos, una piedra en el zapato.
El peso de la autoridad en la pauta informativa hace una parte para encerrarlos en el clóset, los medios y su relación con las empresas que los financian con su publicidad, se encarga del resto.
Por Daniela Beatriz Lepín
El Ciudadano N°92, primera quincena diciembre 2010