Humanos y pájaros se comunican con el fin de ayudarse a buscar miel. Hasta hace poco se creía que esta relación única entre personas e indicadores (de la familia Indicatoridae), que ocurre en gran parte del África subsahariana, era una conversación más bien unidireccional, pero ahora se sabe que son ambas especies las que se escuchan y comunican en bien de la otra.
Los indicadores grandes (Indicator indicator) vuelan de árbol en árbol guiando a los humanos en dirección a los panales de abejas. Esto es obviamente beneficioso para los humanos, pero a los pájaros también les resulta útil, porque se quedan rondando, a la espera, y cuando las personas alejan a las abejas (usando humo) y toman el néctar de los panales, las aves pueden aprovechar la cera y las deliciosas larvas escondidas en ella. En esta relación, ambas partes se benefician, pero hasta ahora se pensaba que eran sólo los pájaros con su canto quienes llamaban la atención de los humanos.
La comunicación entre los humanos y los indicadores grandes está demostrada como una forma de intercambio en que las dos especies forman una relación única y bidireccional: los pájaros no sólo reclutan a los humanos, sino que estos últimos también lo hacen con las aves. Para probar esto, los investigadores grabaron un llamado específico que los busca-miel hacen para hablar con los paseriformes; un ruido del tipo «brrr-hm» (audio abajo), que las personas aprenden desde niños a través de sus padres. Caminando por los matorrales de Mozambique, los científicos oyeron y compararon el canto de estos pájaros con otros ruidos del bosque.
Encontraron que el tradicional llamado «brrr-hm» aumentaba en un 33 a 66 por ciento las chances de reclutar a un indicador, y que la probabilidad general de que uno de ellos le mostrara a un humano un panal de abejas, sobrepasaba el triple en un 16 a un 54 por ciento –al comparar el llamado con otros ruidos. Esto muestra que las dos especies se involucran en un intercambio de señales en ambas direcciones. Pero además, observaron otro fenómeno impresionante: dependiendo del lugar de África, los humanos que reclutan pájaros hacen ruidos diferidos.
«Es intrigante, pero las personas en otras partes de África usan sonidos muy diferentes para el mismo propósito. Por ejemplo, el trabajo de nuestro colega Brian Wood ha mostrado que los busca-miel de Hadza, en Tanzania, hacen un silbido melodioso para reclutar a los indicadores», explica Claire Spottiswoode, quien guió la investigación publicada en Science. «Nos encantaría saber si los indicadores han aprendido estas variaciones en las señales humanas a través de África, permitiéndoles reconocer a los buenos colaboradores entre la gente local que habita cerca de ellos», agrega Spottiswoode.
Los humanos han usado a los animales para obtener comida en diferentes formas, desde los cormoranes, que atrapan peces, hasta la clásica colaboración de los perros en la caza. Pero en la mayoría de los casos, estas relaciones dependen de que los humanos domestiquen a los animales y los adiestren para realizar tareas específicas. Los ejemplos de relaciones de colaboración tan libres son mucho más raros, lo que hace que la relación de los buscamiel con los indicadores sea tan especial.
«Lo notable de la relación del indicador con el humano es que involucra a animales libres y silvestres, cuya interacción con las personas probablemente ha evolucionado a través de la selección natural», dice Spottiswoode, «probablemente en el curso de cientos y cientos de años».
Fuente, IFLScience
Trad, CCV, El Ciudadano