Cientos de ellos todavía existen en el sur de Chile, albergando un tesoro arqueológico de incalculable valor que, según afirman los expertos, corren el riesgo de desaparecer. El antropólogo Ricardo Álvarez -especialista en el tema- señaló a Explora que “los corrales de pesca son una ventana a formas de pesca que en Europa tienen miles de años. En la Región de Los Lagos existen muchísimos disponibles en el borde costero de diversas comunas”.
Según lo investigado por Álvarez “probablemente las comunas de Calbuco y Quemchi sean las que más corrales de pesca poseen en sus costas”. En Chiloé es necesario destacar los corrales de la comunidad Williche de Coñimó, ubicados en la comuna de Ancud, los que fueron declarados Monumento Nacional el año 2005.
“Pese a ser un arte de pesca que está por desaparecer, se ha podido comprobar que existen descendientes de los antiguos constructores de corrales, quienes actualmente están reutilizando y pescando con algunas de dichas estructuras”, comenta el arqueólogo Ítalo Borlando. El profesional registró en las islas Maillen y Capera un total de 38 corrales de pesca de piedra. “Estas estructuras han sido ocupadas desde hace unos 80 a 100 años en dichas islas, siendo los corrales más modernos construidos posterior al terremoto y maremoto de 1960”.
Corrales de Pichiquillaipe
Ubicado en la costa norte del seno de Reloncaví a unos 20 kilómetros de Puerto Montt, en la Carretera Austral, se encuentra el sector de Pichiquillaipe. En esta zona costera, y desde el año 2013, la junta de vecinos N° 37 de dicha localidad reconoció la existencia de sitios arqueológicos. Específicamente se trata de tres corrales de pesca que poseen una antigüedad de más de 100 años.
En Pichiquillaipe se informaron e interiorizaron respecto a los hallazgos arqueológicos y comenzaron a estudiar el tema. “Buscamos información sobre los corrales de pesca y encontramos antecedentes respecto a varios conchales y corrales de pesca. Basándonos en la “Ley de Monumentos” ingresamos formalmente (octubre de 2013) una solicitud al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) para que declare como “Monumento Histórico” varios sitios que nosotros reconocíamos como sitios arqueológicos”, indican los vecinos del sector.
“Estábamos trabajando en la declaratoria necesaria para ello, y durante el proceso uno de los corrales de pesca fue destruido por un particular”, comenta el arqueólogo Ítalo Borlando. El especialista sostiene que “al realizar la denuncia de la destrucción de dicho sitio arqueológico (de carácter histórico), en una decisión inaudita en primera instancia, el CMN estableció que los corrales no tenían valor arqueológico, veredicto que me llevó a elaborar un informe y actualmente nos encontramos a la espera de una respuesta formal”.
Para Ricardo Álvarez “hoy en día las estructuras antiguas de pesca forman parte del patrimonio de nuestro país. Sin embargo, son muy frágiles ante las transformaciones que hemos hecho en nuestras costas y ríos. Su abandono ha provocado su invisibilización y, peor aún, su destrucción silenciosa”.
¿Cómo proteger y conservar este patrimonio?
El mayor problema para resguardar estas estructuras de pesca está asociado al modelo de desarrollo actual. El antropólogo Ricardo Álvarez sostiene que “frente a esta realidad es probable que muchos sitios sean destruidos en aras a implementar obras industriales. Es importante -por ello- que los corrales sean incluidos en ordenanzas municipales y otros instrumentos de planificación regionales, como el Geonodo del Gobierno Regional de Los Lagos, lo que permite reforzar notablemente su condición de protección”.
Por su parte Ítalo Borlando destaca que “pese a su relevancia en el desarrollo histórico de la industria acuícola, los corrales de pesca han sido poco estudiados y no se les entrega todo el valor histórico, antropológico y por ende, patrimonial que poseen”.
Si bien los corrales de pesca están protegidos por la Ley 17.288 de Monumentos Nacionales, el aislamiento en el que se encuentran los deja en situación vulnerable para ser destruidos, como lo que ocurrió el 2015 con el gran corral de Pichiquillaipe (probablemente uno de los corrales más grandes de la Región de Los Lagos).
Ricardo Álvarez es enfático en señalar que “para evitar su destrucción es necesario catastrarlos, tarea que requiere la labor de arqueólogos in situ, y de antropólogos, además del conocimiento de las comunidades costeras locales. Actualmente se está desarrollando este trabajo (en la Región) en el marco de un proyecto Fondecyt de la Universidad de Los Lagos (N°1121204).