Inconsecuencia política, disconformidad al interior del oficialismo y la enérgica voluntad del pueblo de Punta Arenas son los rasgos de un nuevo polémico episodio de la administración Piñera.
Apenas tres meses antes del estallido del conflicto que hoy vive Punta Arenas, Sebastián Piñera viajó a la región y dio su palabra a los habitantes: “Le digo a los magallánicos que no hay nada que temer, porque hay buenas razones para que el precio del gas, que es un elemento tan vital en una región que tiene tantas dificultades y frío, se mantenga en condiciones más favorables para la gente de Magallanes que para el resto del país”. Las palabras que el Presidente expresó ante el pueblo, que durante las elecciones 2009 lo favoreció con más de un 55% de los votos, comenzarían a desvanecerse rápidamente a comienzos de este año.
La noticia del alza en el precio del gas cayó como balde de agua fría sobre los hombros de los magallánicos. Enap (Empresa Nacional de Petróleo) anunció que las nuevas tarifas para la distribución del hidrocarburo a Gasco aumentarían en un 16,8%, encareciendo considerablemente el costo de la vida en Punta Arenas.
Horas después, el pueblo magallánico invadió las calles de la fría región para manifestar su más absoluto rechazo a la medida. Los anuncios golpeaban uno de los puntos más débiles para sus habitantes, quienes pagan 22 mil pesos por una cuenta de gas que en Santiago multiplicaría casi 10 veces su valor. La diferencia está en el consumo de dicho recurso debido a las complejas condiciones climáticas de la zona.
INCONSECUENCIA POLÍTICA
La potencia de la resistencia magallánica ante las nuevas noticias pilló de sorpresa al gobierno de Sebastián Piñera, que comenzaría a defender la polémica decisión cayendo en una serie de errores políticos que incluso llevaron a Ricardo Raineri, ministro de Energía, a catalogar como una “fiesta” las condiciones en el subsidio del gas para la región.
El Gobierno argumentó que gran parte del costo del gas seguirá siendo subsidiado por Enap, aumentando el precio en un 3%. Además, el Mandatario señaló que la decisión será potenciada “a través de subsidios para hacer más eficientes térmicamente las viviendas y subsidios para cambiar los calefactores por tecnología de punta”.
El rechazo tras la decisión de las autoridades no se manifestó sólo en el repudio ciudadano. “Creo que hay que tomar medidas más concretas y entender que el mercado no resuelve las cosas, y que lenguajes como el de ‘la fiesta se acabó’ no es propio para iniciar un debate público sobre este tema”, expuso el ex presidente Ricardo Lagos, contribuyendo a la discusión política.
Las críticas no sólo surgirían desde los detractores del Gobierno, lo que reflejó la molestia existente al interior del propio oficialismo. “Yo creo que los paliativos son más de lo mismo, esto es bien raro. Se acota, se limita un subsidio y luego se dan una especie de atenuantes para el alza”, expresó Carlos Larraín, presidente de Renovación Nacional. Por otra parte, el senador Alberto Espina (RN) manifestó que gracias a esta medida “se compra un conflicto absolutamente gratuito con una zona muy importante para el país y por una cantidad de plata muy baja”.
Así, como una bomba de tiempo al interior de La Moneda, los ataques a la labor de las autoridades estallarían desde todos los sectores, poniendo en jaque, una vez más, la frágil credibilidad del Presidente de la República.
LA SORPRESIVA ORGANIZACIÓN MAGALLÁNICA
La criticada decisión del Gobierno consiguió revelar la fuerza del movimiento ciudadano en Punta Arenas. Tal como relata César Andrades, quien ha participado de cada una de las manifestaciones que han sucedido: “Lo único que ha provocado esta impopular alza, es reforzar una vez más nuestra fuerte identidad territorial y cultural con el resto de Chile, algo que los ministros y los personajes de Gobierno jamás lograrán entender en su pensamiento tecnócrata de corto alcance; el gas sale de la tierra en que nacimos y es de todos nosotros”.
Si bien la voz de Andrades es una de las miles voces anónimas que han decidido llenar las calles magallánicas para defender las condiciones que les permiten vivir en una zona de naturaleza inhóspita, son muchos los oriundos de la región que han debido mirar el conflicto desde fuera, informándose a distancia acerca de lo que sucede en sus tierras.
Es el caso de Karin Undurraga Biskupovic, estudiante de la Quinta Región, quien destaca “el grado de concientización al que han llegado las organizaciones sociales y la gente en general respecto de los temas de fondo que están involucrados en las decisiones que está tomando el gobierno de Piñera”.
En conjunto a los nativos y habitantes de Punta Arenas, la Asamblea Ciudadana de Magallanes ha asumido la tarea de doblegar la enérgica voluntad del Gobierno. En este sentido, la voz de José Hernández, vocero de la Asamblea, se ha vuelto uno de los mensajes más representativos de la decidida respuesta magallánica. “Nosotros no tenemos ningún apuro en levantar el paro, en lo que sí tenemos apuro es en que el Gobierno nos solucione el problema”, señaló, dejando claro la firme determinación de la organización ciudadana, que podría ser decisiva en el futuro del conflicto.
Por Vanessa Vargas Rojas
El Ciudadano