La mitad de la población ha sido en algún momento infiel a su pareja y, aun así, se lleva las manos a la cabeza cuando alguien se cuestiona la posibilidad de tener una relación abierta. Salir del formato de pareja monógama y supuestamente fiel, propuesto tradicionalmente por la sociedad, y participar de nuevas formas de amor y sexo, puede asemejarse a un salto al vacío o a una salida del armario hacia lo no-convencional.
Cualquiera diría que se prefiere el engaño a la sinceridad dentro de la pareja. O, quizá, funcione realmente el «ojos que no ven, corazón que no siente». Pero eso no es lo que me comentan mis visitas en consulta.
Desconocer el engaño evita el sufrimiento en ocasiones pero, una vez que se confiesa o descubre, la mayoría no puede evitar el dolor, la frustración, los miedos, el rechazo, la culpa e incluso los celos por la infidelidad. A veces lo saben y se resignan. Mejor eso que la temida soledad, comentan. O bien, ambos son infieles pero no se habla abiertamente.
Saber que su pareja desea conocer sexualmente a otras personas puede doler. Y no resulta extraño que así sea, ya que la sociedad, los modelos culturales, los cuentos infantiles e incluso los anuncios de detergente, muestran familias convencionales, heteronormativas, monógamas, aparentemente felices y consideradas como perfectas por esto.
El mito del Amor Romántico
Platón, en su obra ‘El Banquete’, mostraba las enseñanzas de Aristófanes, el cual contaba cómo Júpiter castigó a la raza humana por escalar el cielo y combatir con los dioses, separándolos en dos mitades. Así, cada mitad hacía esfuerzos para encontrar su otra mitad, sintiéndose incompletos si no lo conseguían. Una vez unidos, nada les separaría. Este sería el origen del mito de la Media Naranja, base del Amor Romántico, basado en la fusión, exclusiva y suficiente, de los amantes como un único ser.
Lo habitual es que, dentro de este modelo, la pareja se considere parte de uno mismo, pues le completa. Por tanto, que se busque la felicidad sexual y afectiva fuera de la misma, es vivido como una traición, pues sería su propiedad.
Pero somos personas, hombres y mujeres, con deseos, pasiones y corazón, pudiendo complementarnos, en diversas áreas, con muchas otras personas.
Sin embargo, no todas desean tener una única pareja, ni engañar o reprimirse, que es la opción que nos ofrece el panorama tradicional. Por supuesto, muchas se encuentran a gusto con el modelo imperante pero existen otras alternativas. Estas permiten, a las que no lo están, ser coherentes con lo que quieren y sienten, eligiendo y aceptando vivir la vida a su manera.
Nuevos modelos
Imagine que no le importase compartir su pareja, sexual y afectivamente. Incluso que agradeciese que compartiera su vida y cama con otras personas, al igual que usted, y eso les hiciera más felices aún.
Si consigue abstraerse de los modelos morales aprendidos, suena genial. Ser más felices, quién no lo desea. Además, evitaría la tediosa rutina sexual y relacional, enriqueciéndose su vida en pareja.
Existe una gran variedad de posibilidades amorosas y sexuales que quizá nunca se planteó, o si así fue, no lo consideró posible. Quizá su pareja también lo pensó pero creyó que se tomaría muy mal la propuesta o que los vecinos y la familia pensarían que han perdido la cabeza.
Efectivamente, puede ser complicado salir del juego de la monogamia y entrar en otro tipo de juegos, sobre todo si los desconoce.
Tipos de parejas abiertas
Ningún tipo de pareja es mejor que otro y, además, resulta bastante complicado realizar una clasificación de parejas, ya sean abiertas o no, pues existen tantos tipos de pareja como posibles combinaciones de personas.
En relación a esto, Miguel Vagalume, activista de las identidades, prácticas sexuales y relaciones no convencionales, afirma que «es un asunto muy complejo, con ideas erróneas preconcebidas y confundiendo conceptos, sin un único modelo que valga para todo el mundo».
Sin embargo, existen algunas terminologías relacionadas a las parejas no convencionales que le ayudarán a conocer en qué consisten:
Parejas abiertas. Son relaciones donde ambas partes acuerdan tener relaciones sexuales fuera de la misma, sin considerar esto como una infidelidad. Este podría ser el caso de los intercambios de pareja o swingers. Pero también podríamos incluir nuevos modelos de pareja de más de dos personas, no exclusivamente enfocados en la sexualidad física sino afectiva, como sería el caso del poliamor.
Intercambios. En el caso de las ‘swingers’, amor y compromiso se mantienen en la pareja inicial, incorporándose relaciones sexuales fuera de la misma, con normas y límites, consentidas. Incluso se contempla la participación de la otra parte de la pareja.
Poliamor. Son relaciones de más de dos personas al mismo tiempo, de amor y compromiso, no exclusivamente de índole sexual. En estas relaciones poliamorosas todas las personas involucradas saben y están de acuerdo en estar en la relación. Dentro de este grupo aparecen neologismos tales como las triejas y cuatrejas, que serían parejas de tres o cuatro personas. En ningún caso poliamor sería sinónimo de poligamia, pudiendo participar cualquier persona que lo desees y se acepte por el grupo. Lo configuran diversas orientaciones sexuales, identidades de género e intergéneros.
Tipos de poliamor
Jerárquico. Con un grupo de relaciones nuclear y otros secundarios.
Polifidelidad. Con relaciones íntimas acotadas y restringidas por el grupo, no permitiendo relaciones fuera de éste.
Anarquía relacional. Más conocido comúnmente como amor libre. Sin restricciones a priori, siendo este el modelo que más se aleja de las relaciones monógamas.
Es importante tener en cuenta que si una persona es ‘swinger’ o poliamorosa, no implica que sea especialmente promiscua por ello. Cualquier persona podría serlo independientemente de su modelo de pareja.
¿Qué hay que conocer si desea abrir su pareja? «No es un modelo a seguir sino un recorrido. Es más una cuestión de educación, de cambio de conceptos, un cambio de ideas, no tanto salir de la monogamia y entrar en otra cosa». Esto es lo que promueve Vagalume desde ‘La mosca cojonera’, su blog en Golfxs con Principios.
Asegura que no existe un manual de instrucciones, sino que cada cual lo intenta acordar con su pareja desde su propia experiencia. Sin embargo, hay recomendaciones generales:
Honestidad. Con uno mismo y con la pareja. Quedaría atrás el engaño y la infidelidad. Aunque la sinceridad esté presente, esto no significa que se tenga que contar todo lo que se hace. Cada pareja acordará las normas al respecto, definiéndose qué forma parte de nuestra intimidad.
Consenso. Si abrir la pareja es deseo exclusivo de una de las partes, no se podría llevar a cabo con esa pareja.
Convicción. Hacerlo desde el deseo de vivir así. No desde la resignación, como pasaba con las parejas de amantes tradicionales.
Pero una cosa es aconsejar y otra lo que se hace en la realidad pues luego cada cual lo entiende a su manera.
Si le interesa profundizar más sobre sexualidad no convencional, puede recurrir a estas dos guías prácticas para las relaciones abiertas en castellano, ‘Ética promiscua’ (2013) y ‘Opening Up’ (2015), traducidas por Miguel Vagalume y publicadas por editorial Melusina.