«Bala Loca»: ¿Por qué nos abrió la cabeza la serie de televisión?

“Yo quisiera mandar un mensaje al compañero Navarrete, que conozco. Le quiero recordar una palabra: Libertad. Tan cara para nuestra generación, ¿no? Perdimos muchos amigos en común peleando por la libertad de expresión. Y por eso me extraña profundamente y me duele la actitud que él ha tenido. Si viniera de un partido de la derecha, con su cultura autoritaria… piénsalo… libertad”.

Con ese contundente mensaje el actor Alejandro Goic -quien encarna al periodista y protagonista de la serie “Bala Loca” (CHV)- le habló a través de CNN Chile al presidente del PPD, Gonzalo Navarrete. ¿La razón? La colectividad intentó -infructuosamente- que el Consejo Nacional de Televisión censurara la serie por considerar que la aparición de un senador perteneciente a ese partido siendo involucrado en casos de corrupción “estigmatizaba” a la tienda política.

Un tiro por la culata porque, probablemente, sea ese uno de los méritos que más se agradecen de “Bala Loca”: no hacerle honor a su nombre. La serie apunta y dispara hacia un blanco con nombre y apellido: El PPD, una isapre, el poder.

Alejandro Goic, protagonista de «Bala Loca»

Se equivocó el partido. Probablemente, hace 10 años habrían solidarizado no solo desde el CNTV con ellos o con cualquier otra tienda política. La defensa por la supuesta honorabilidad de un parlamentario se habría ejercido de forma corporativa y, como ha ocurrido con otras censuras, la serie no habría sido más que ruido, un destello.

Pero esta “bala loca” penetra directo, te abre la cabeza, amplía tu margen de lo posible y se queda adentro, dando vueltas, haciendo sinapsis, invitando a ponerles rostros de la realidad a los personajes perversos que la protagonizan.

Si gusta, atrapa, es seguida, comentada, defendida y tomada en serio por dejar heridos en el camino, es en gran parte porque “Bala Loca” goza de verosimilitud. Llega en un momento en donde, gracias a la desnudez en la que hoy vemos a la élite político-empresarial, no resulta descabellado pensar que el dueño de una isapre, coludido con un político de una coalición de centro-izquierda, podrían perfectamente estar involucrados en el asesinato de una periodista.

Imagen de la serie

Es la misma verosimilitud y legitimidad en la que pisa firme, por ejemplo, la película “El Club”, de Pablo Larraín. ¿Quién podría escandalizarse con ese grupo de sacerdotes perversos, si fuera de la pantalla, en la vida real, esos personajes tienen cara, nombres y apellidos?

La “bala loca” que en la serie mató a la periodista Patricia Fuenzalida (Catalina Saavedra), en momentos en que realizaba una crucial investigación que involucraba al dueño de una isapre, es la misma que hace tres años le quitó la vida al líder sindical Juan Pablo Jiménez. Aquella que entró fatalmente en su cabeza cuando el trabajador de la empresa subcontratista de Chilectra, Azeta, se aprestaba a revisar los documentos de la demanda laboral que presentarían por el despido injustificado de un grupo de compañeros.

“Bala Loca” habla del mismo país en donde un partido como la UDI instala como alcalde a un ex coronel acusado de torturas; donde RN sienta en la Cámara de Diputados a un ex capitán acusado de un homicidio múltiple; donde candidatos de todos los colores confían la colocación de su propaganda política a sujetos como los que dejaron con riesgo vital a Luciano Rendón. No es otro país que aquel en donde el hijo del líder revolucionario acribillado por los hombres de Pinochet y la hija del ministro de Allende estrangulado por estos mismos, son hoy financiados por el ex yerno de ese mismo dictador.

Por eso no erra el tiro la serie, por eso entra llenita la “Bala Loca”, porque en Chile hace un buen rato que la realidad superó a la ficción.

Por Daniel Labbé Yáñez

*»Bala Loca» se emite todos los domingos a las 22:30 horas por Chilevisión