Expertos y ambientalistas afirman que en el país no existen las condiciones geográficas ni jurídicas para tomar una decisión de este tipo, por lo que este proyecto sólo se fundamenta por abastecer a las mineras y por la presión internacional de la industria nuclear.
Sorpresa y rechazo son las dos reacciones que ha provocado entre los especialistas y agrupaciones defensoras del medioambiente el reciente anuncio de la empresa transnacional GDF Suez de iniciar “conversaciones” con el gobierno de Chile con el objetivo de construir una central nuclear en el norte del país. Cabe resaltar que esta misma empresa se instala en el mundo como una de las colosas del agua, con fuertes inversiones en distintos puntos del orbe. En el país controlan la mayoría de las acciones de Aguas Andinas y Essal.
LA MATRIZ ENERGÉTICA Y LA INSTITUCIONALIDAD
En efecto, el caso de la central Barrancones resultó emblemático, ya que su posible visto bueno y las presiones a que estaban siendo sometidas las autoridades por GDF hacían muy probable su aprobación, según coinciden diversos expertos en medioambiente. No obstante, las masivas movilizaciones ciudadanas y la intervención final de Sebastián Piñera para revertir la decisión “pasando por encima de la legislación” -según recibió algunas críticas– truncaron el proyecto. Misma razón por la cual se espera que a futuro y en la gran cantidad de proyectos en evaluación el Presidente no vuelva a intervenir.
En ese contexto, en octubre de 2010, el mismo Piñera abrió las puertas a la diversificación de la matriz energética nacional, en la cual incluía la alternativa de energía nuclear entre las opciones. Esta decisión tenía su origen en una serie de estudios de carácter técnico, los cuales debían consolidar una nueva institucionalidad al respecto.
Referente a ello, en la organización ambientalista Greenpeace manifestaron que, de todo este tema, lo peor “no es el anuncio de una posible construcción (de la central)”, sino que durante el mandato de Piñera “se avanzará en todo lo relativo a la conformación del marco regulatorio y técnico para esta fuente energética”. Además, reclaman sobre la poca transparencia que ha existido por parte de las autoridades sobre el debate en torno a la matriz energética. “Este proyecto nuclear estaría dirigido a abastecer a las mineras y no a la población, al igual como ocurre con Hydroaysén”, señaló Matías Asún, presidente ejecutivo de la entidad.
Por su parte, Flavia Liberona, de Fundación Terram, afirmó que “decidir si en Chile se construye o no una central nuclear debería ser materia de una discusión pública”, ya que el punto de mayor importancia sería el debate sobre la política energética que necesita desarrollar el país a futuro. “Nos parece absolutamente absurdo que una empresa defina si va a instalar o no una central nuclear en Chile, o que la anuncie, o que anuncie estudios”, debido a que Chile no cuenta, hasta el día de hoy, con estudios serios que hayan dado origen a una política energética de mediano y largo plazo, explica la ambientalista.
Por otro lado, los riesgos naturales a que está sometido el país, como los terremotos y la escasez de agua existente en el norte del país –necesaria para el enfriamiento del proceso nuclear- son temas sensibles que para los expertos inhabilitan la construcción de una central nuclear. Aun así, Flavia Liberona, afirma que hace falta un marco para el desarrollo de las políticas energéticas y se pregunta si es posible la instalación en Chile de una central nuclear privada: “Sabemos que en el resto del mundo, donde operan centrales, están subsidiadas por el Estado… y no hay un subsidio encubierto desde el Estado”, como sí ocurre en Chile.
Mientras, para Sara Larraín, directora del programa Chile Sustentable, el aviso de la posible construcción de una central es sencillamente un “bluff”. Chile, según Larraín, no tiene posibilidad alguna de llevar feliz término este proyecto, ya que se carece de la mayor parte de los profesionales que se requieren para realizar este proceso, y menos un proyecto de desarrollo nuclear. “Esta es una noticia que está llenando el vacío que se produce después del tema del rescate a los mineros, de Magallanes(…), no tiene nada que ver con algo que sea real”, refiriéndose a la inexistencia de un programa nuclear en el país.
Larraín insiste en que no hay un marco jurídico, ni el país cumple con las exigencias que establece el Organismo Internacional de Energía Atómica, para, precisamente autorizar a los países a construir centrales de este tipo.
Pero Lucas Zañartu, uno de los realizadores del conocido documental “Chao Pescao”, que refleja el caso de la Central Barrancones en Punta de Choros, afirma que esto es un tema que ya se sabía. “Desde el gobierno de Bachelet que hay una Comisión Nacional de Energía Nuclear que ha estado estudiando todas las posibilidades técnicas para instalar una planta de este tipo”, afirma, agregando que en esas reuniones siempre ha participado GDF Suez, la cual está muy interesada en el proyecto por el altísimo costo de la energía nuclear. “Es un negocio que para ellos resulta mucho más rentable que las energías limpias, como la eólica o la solar” afirma el activista.
LAS NECESIDADES ENERGÉTICAS… SEGÚN LOS PRIVADOS
“Transparencia” y “debate”, son las palabras claves que todas las organizaciones y expertos en la materia le exigen por igual a las autoridades gubernamentales al momento de definir las políticas energéticas que debieran dirigir nuestro desarrollo a largo plazo. Sin embargo, los intereses de estas empresas y/o grupos económicos han resultado ser más fuertes que la planificación estratégica.
“Si continúa siendo la única política energética los proyectos que son más rentables para el sector privado, la verdad es que no tenemos ninguna posibilidad de tener una matriz energética sustentable”, afirma tajante Larraín. Especialmente si se tiene en cuenta que la mayor parte de los proyectos energéticos corresponden a centrales a carbón o petróleo, aumentando la huella de carbono de Chile, con sus consecuentes descalabros ambientales.
Zañartu afirma que la forma de actuar de estas grandes empresas -GDF en particular con el caso de su proyecto Barrancones en Punta de Choros- es interviniendo directamente en las comunidades en donde se emplazan los proyectos. Sin ir más lejos, según su experiencia en la realización del documental, la actuación de la empresa fue “dividir a la comunidad, porque a los lugares donde hay más pobreza se acercaron ofreciendo puestos de trabajo, ofreciendo cursos”, mientras que en otro sector del lugar “derechamente hicieron amenazas en nombre de la empresa”, concluye.
La constante en este tipo de proyectos es que la opinión de las comunidades, o del ciudadano en general, no se toma en cuenta, pasando a llevar sus puntos de vista u obviándolos.
Basta con salir a la calle y preguntarle a cualquier transeúnte sobre el tema. Se constata un profundo desconocimiento del asunto, que refleja miedo (a la energía nuclear), y a la desconfianza relacionada con la actitud “secretista” y poco clara de las autoridades.
El Gobierno, en referencia al anuncio de la empresa transnacional, declaró a la prensa en la voz de la ministra Ena Von Baer, que lo que se está haciendo son sólo estudios de eficiencia energética: “Lo que se ha dicho claramente es que en materia de energía nuclear esto se trata solamente de estudios de la matriz energética, sólo estudios.” Según los mismos ejecutivos de la transnacional, la decisión está sólo en manos del Gobierno.
Sin embargo, puede que no sea tan fácil como parece, en concordancia con las opiniones de Sara Larraín. Al cierre de esta edición, el biministro de Minería y Energía, Laurence Golborne, había sido citado a la Comisión de Recursos Naturales de la Cámara, para que explique la posible instalación de la central nuclear, cuando aún no están definidas las políticas energéticas para el futuro.
Rápidamente, Golborne, en declaraciones a la prensa, descartó la construcción de centrales nucleares para la próxima década.” Sin embargo, aclaró que “el presidente Piñera nos ha encomendado estudiar todas las alternativas de tecnologías existentes para suministrar energía sustentable que pueda satisfacer el incremento de demanda en los próximos diez años.”
En referencia al anuncio de la central nuclear, Golborne fue enfático: “Estudiaremos el tema, es algo que el país requiere plantearse en el largo plazo, estudiar las tecnologías vigentes y tomar decisiones al respecto cuando corresponda.”
Sin duda que las palabras del biministro no cierran el tema, sino que le instala una enorme interrogante. El problema es definir qué es lo que se desea: Si un desarrollo inclusivo y estratégico a largo plazo que lleve a nuestro país a un desarrollo armónico, justo y para todos, o una explotación descontrolada de nuestros limitados recursos, sólo para satisfacer el hambre de unos pocos, según sugieren quienes ven el tema desde la orilla del respeto al medioambiente.
Por Christian Armaza
El Ciudadano