O Turquía o Fetullah Güllen. Esa es la elección que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, puso sobre la mesa del Gobierno estadounidense.
El mandatario turco indicó que Washington tiene que escoger entre Turquía y las buenas relaciones que existen entre ambas naciones o el predicador residente en Pensilvania Fetullah Gülen, a quien Erdogan acusa de la intentona golpista ocurrida el 15 de julio.
El líder político del país euroasiático, que emitió su discurso como cierre de una movilización en contra de la intentona golpista en todo el país, dio por terminada la «misión» que les había encomendado a sus seguidores para «vigilar la democracia»; no obstante, les pidió que siguieran atentos porque «la traición puede venir de cualquier parte y de cualquier persona».
«Aquellos que siguen al charlatán de Pensilvania que ha vendido su alma al diablo, o a Daesh (Estado Islámico), que derrama la sangre de musulmanes, o al PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán), que también derrama sangre desde hace 30 años para dividir al país, van a ser derrotados», sentenció.
Desde el intento de golpe de Estado, decenas de miles de funcionarios han sido destituidos, afectando principalmente al ejército, la justicia, la prensa y la educación.
Entre tanto, la reforma de las Fuerzas Armadas es ahora primordial. Erdogan incluso estudia la posibilidad de aprobar el restablecimiento de la pena de muerte como castigo para los golpistas, si la medida fuera apoyada en el Parlamento.