En la década de 1980 la familia Almeida de Río de Janeiro, Brasil, sentía la pérdida de su tortuga Manuela. Sin embargo hace unos cuantos días la encontraron en cierta parte de la casa.
Pensaron hace años que por descuido habían dejado abierta la puerta y la tortuga se había fugado. A pesar de pasar el tiempo la familia la seguía recordando. Lo insólito sucedió cuando murió Leonel, el padre de familia y entonces la familia decidió ordenar una parte de la casa que desde hace años tenían descuidada. Cuando, para su sorpresa, salió Manuela, la mascota de su infancia. “En ese momento me quedé pálido y no me la creí”, confesó uno de los hijos, Leandro. Se cree que la tortuga sobrevivió alimentándose de insectos como arañas y polillas.