Reforma a la Educación: La empresa detrás de la revolución

El pasado 22 de diciembre se aprobó en la Cámara de Diputados legislar la reforma educacional elaborada por el Gobierno, culminando un año marcado por la creciente elitización del sistema educacional

Reforma a la Educación: La empresa detrás de la revolución

Autor: Wari

El pasado 22 de diciembre se aprobó en la Cámara de Diputados legislar la reforma educacional elaborada por el Gobierno, culminando un año marcado por la creciente elitización del sistema educacional. Lejos de ser una consecuencia exclusiva del actual Ejecutivo, la educación en Chile es el producto de las políticas públicas empresariales iniciadas en dictadura y profundizadas por la Concertación.

Con 67 votos a favor, 42 en contra y tres abstenciones se aprobó en la Cámara de Diputados la idea de legislar el proyecto de ley para reformar la Educación enviado por el Ejecutivo, en medio de críticas por parte de la oposición y un amplio grupo de actores sociales. Ahora, la reforma está en discusión en el Senado con la posibilidad de cambio en los artículos.

Para la aprobación fue decisivo el visto bueno de la oposición. En específico, de diez diputados: Tres del Partido por la Democracia (PPD) y siete demócrata cristianos (DC). Pepe Auth, uno de los diez, señaló que es “una contradicción negarse a legislar sobre un bono especial para profesores pensionados, un incentivo al retiro de 20 millones, recursos adicionales para los municipios y una mejor selección de los futuros directores, además de pagarles mejor de acuerdo a la vulnerabilidad de los establecimientos”.

Sin embargo, dentro de la Concertación existió también rechazo a la reforma. El jefe de la Bancada de Diputados Radicales, Marcos Espinosa, afirmó que “Chile no necesita reformas cosméticas, requiere de un verdadero y profundo cambio radical en materia de educación”. Espinosa insistió en que “por más que se intente reformar el sistema, este modelo fracasó y en lugar de superar las desigualdades del país, las reproduce”.

El Gobierno, por su parte, sacó cuentas positivas del proceso. El ministro de la cartera, Joaquín Lavín, se mostró contento con el avance de “un proyecto muy importante que no sólo se aprobó en general por una mayoría amplia, sino que además, después se fue votando artículo por artículo que también se aprobaron”.

¿REVOLUCIÓN O CONTINUIDAD?

Esta “amplia mayoría” de la que habla el Ministro es una de las pruebas de la continuidad de las lógicas heredadas de la Concertación en materia educacional. En la propia introducción del proyecto de ley elaborado por el Gobierno se indica que la reforma es fruto de un “consenso que se ha venido construyendo a lo largo de los años”, e incluso menciona a José Joaquín Brunner -PPD, ex ministro de Estado del presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle– dentro de sus referencias.

“La llamada revolución educativa anunciada por (Sebastián) Piñera no constituye más que un conjunto de medidas puntuales que profundizan la mercantilización del sistema educativo”, señala el informe “La Empresa Educativa en Chile”, elaborado por el Observatorio Chileno de Políticas Educacionales, Opech. “Se instala en esta oportunidad un modelo de gestión y administración empresarial, competitiva e individualizante como la única salida a la crisis educativa. Este corolario es la consecuencia lógica de las lamentables políticas educativas implementadas durante los últimos 30 años”, continúa el informe.

Camila Vallejo, recién elegida presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech), sostiene que “es un fraude anunciar un proyecto de ley que habla sobre calidad y equidad cuando no existe ninguna medida dentro de este proyecto que apunte a mejorar ninguna de las dos, ya que no incorpora los temas de fondo que han traído a la educación chilena a este estado de crisis, basados principalmente en una mentalidad empresarial de mercado”. En ese marco, la reforma es solo una parte de lo que se ha implementado en Educación el año 2010.

EXCELENCIA, SEMÁFOROS Y PRUEBAS INICIA

El año en Educación comenzó con la idea de los liceos de “excelencia”; 50 establecimientos que replicarían el sistema del Instituto Nacional. Las proyecciones del Gobierno planteaban la apertura de estos liceos para marzo de 2011. Sin embargo, el terremoto vino a cambiar las prioridades. Pero el proyecto se mantiene. Si estos son liceos de “excelencia” ¿De qué son los otros? Es una pregunta que las autoridades han soslayado. La segregación que genera esta división entre liceos reproduce las desigualdades sociales dentro de las salas de clases, sostiene Fernando Atria, abogado de la Universidad de Chile y autor del libro Mercado y ciudadanía en la Educación.

“Si la educación de calidad se entrega sólo a algunos, lo que estamos haciendo no es premiar el mérito sino premiar el privilegio. Una de las razones por la cual el Instituto Nacional es bueno es porque saca de la educación pública a los mejores estudiantes y deja en el resto de las escuelas los no tan buenos. Y si tuviéramos 50 como el Instituto el efecto sería más marcado. El drama chileno es que vivimos bajo instituciones que tratan de convencernos de que no estamos conviviendo con injusticias, sino que así no más es el mundo”, sostiene Atria.

Junto a estos liceos se reforzó la aplicación de las pruebas Inicia, mecanismo que evalúa a los profesores antes de ejercer su profesión. Según Juan Gonzáles, académico e investigador de la Opech, la prueba Inicia “instala un perfil de la docencia en función de capacidades bastante desvinculada de lo público”. Y agrega que “si yo evalúo a un profesor antes que haga clases es porque valoro más competencias de capital social. Esto se explicita con el ingreso de profesionales a la docencia, a los que nadie les hace una prueba, con una mirada de clase bastante pronunciada ya que se instala que un ingeniero es mejor que un profesor”.

Para la dirigente de la Fech, Camila Vellejo, “en realidad estos liceos solo benefician al uno por ciento del estudiantado, radicalizando aún más las diferencias entre integrados y excluidos”. Vallejo agrega que optar por más horas de lenguaje y matemáticas en detrimento de materias como historia, “además del reflejo de la hegemonía tecnócrata dentro de la forma de gobernar, es también una reproducción ideológica donde se esteriliza las capacidades críticas de los jóvenes, prevaleciendo un modelo social donde se privilegia el saber leer y escribir sin saber dónde se está parado”.

El Ministerio de Educación, por medio de su oficina de prensa, señaló que no había disponibilidad del ministro Lavín para contestar las preguntas y que los encargados del tema se encuentran ocupados, en más de una semana de solicitudes.

Por Sebastián Fierro Kalbhen

El Ciudadano N°94, primera quincena enero 2011

Fotografía: www.sentidoscomunes.cl


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