El candidato presidencial republicano Donald Trump prometió este lunes ser «justo pero firme» con los casi 11 millones de inmigrantes que viven en Estados Unidos de manera ilegal, un cambio de tono que generado cuestionamientos sobre si se está retractando de sus promesas previas de efectuar deportaciones masivas.
El multimillonario empresario, cuya retórica y enfoque intransigente hacia la inmigración lo impulsaron hasta la nominación presidencial republicana, insiste en que no «está dando bandazos» en el polémico tema, mientras trabaja para ganar apoyo a dos meses y medio de que se realicen las elecciones.
Las encuestas muestran que va detrás de su rival demócrata Hillary Clinton en sondeos nacionales y en estados competidos. Pero en un encuentro el sábado con activistas hispanos, Trump indicó que estaba abierto a considerar a aquellos que no han cometido crímenes, más allá de las faltas migratorias, para que obtengan alguna forma de estatus legal, aunque los asistentes le pidieron aclarar las cosas aún más.
«La impresión que me dio es que la campaña está trabajando en políticas sustanciales para ayudar a los indocumentados que están aquí, incluyendo algún tipo de estatus para que no puedan ser deportados», dijo el pastor Mario Bramnick, presidente de la Coalición de Liderazgo Hispano Israelí, quien estuvo entre la audiencia del sábado. Bramnick comentó que salió del encuentro «muy animado» y «esperanzado sobre la política y el lenguaje» que se espera lance la campaña de Trump en las próximas semanas.
Cualquier cambio de tono sería algo drástico para Trump, cuyas posturas en el tema migratorio han sido una piedra angular de su campaña. Durante la elección primaria, el magnate prometió usar una «fuerza de deportación» para sacar del país a millones de personas que viven en Estados Unidos sin permiso legal, una propuesta que animó a muchos de sus partidarios más fieles, pero ahuyentó a electores hispanos que podrían ser determinantes en estados clave. Trump dijo el lunes en el programa «Fox & Friends» de la cadena Fox: «Tenemos a muchas personas que quieren entrar a través de un proceso legal y no es justo para ellos.
Y estamos trabajando con muchas personas en la comunidad hispana para tratar de tener una solución… no estoy dando bandazos. Queremos tener una respuesta realmente justa, pero firme. Tiene que ser muy firme. Pero queremos algo justo». Cuando le preguntaron a Kellyanne Conway, la nueva gerente de campaña de Trump, si el plan seguía incluyendo una fuerza de deportación, ella dijo el domingo que eso todavía «está por determinarse». «Lo que Donald Trump dice es que necesitamos una forma justa y efectiva de lidiar con 11 millones que están aquí, que viven entre nosotros», dijo Conway a CNBC el lunes.
Al mismo tiempo, agregó, él está comprometido a «proteger los empleos y trabajadores estadounidenses, y también obviamente a hacer seguras nuestras fronteras». La discusión del tema surgió tras un cambio en el equipo de campaña de Trump y mientras trata de revertir semanas de descenso en los sondeos.
Parece que su gente se ha dado cuenta de que el candidato debe ampliar su base electoral más allá de los electores republicanos que impulsaron su campaña en las elecciones primarias. Desde hace semanas, había indicios de que Trump estaba cambiando de rumbo.
Líderes hispanos empresariales y religiosos a los que les gustaría ver a Trump moverse hacia una dirección más incluyente han reportado conversaciones a puerta cerrada con él donde dicen que ha mostrado la posibilidad de adoptar una política migratoria menos punitiva que se enfoque en la «compasión» además de la observancia de la ley.
En la convención republicana del mes pasado, la directora de comunicaciones hispanas del Comité Nacional Republicano, Helen Aguirre Ferre, dijo a los reporteros en una conferencia en español que Trump ya había dicho «que no haría deportaciones masivas», a pesar de que él no ha dicho eso en público. En su lugar, agregó Aguirre, «él se enfocará en deshacerse de los indocumentados violentos que tienen registros criminales y viven en el país».
De hecho, el primer anuncio de televisión de Trump para la elección general menciona específicamente la expulsión de inmigrantes sin permiso de residencia que tengan antecedentes criminales, y agrega que si Clinton resulta electa, «los inmigrantes ilegales hallados culpables de cometer crímenes, se van a quedar».
Pero la campaña de Trump rechaza la idea de que él esté cambiando de curso. «El señor Trump no dijo hoy nada que no haya dicho ya varias veces antes, incluido su discurso en la convención», dijo el director de respuesta rápida Steven Cheung. «No hay nada nuevo para reportar en lo que respecta a su plan», agregó la portavoz Hope Hicks.
En la última semana, Trump ha trabajado para enromar sus puntas más afiladas, ha ofrecido disculpas por declaraciones que han causado dolor y se ha apegado a su teleprompter en varios eventos. Sin embargo, queda por ver si el provocador será capaz de apegarse al guion.
Después de semanas de evitar Twitter, Trump regresó el lunes diciendo que el programa «Morning Joe» de MSNBC era «íimposible de ver!» y opinó que una de las conductoras era «neurótica» y un «desastre». Mientras, Clinton pasará los siguientes tres días en actos de recaudación de fondos en California.
Hará escala en las casas de algunos famosos como los actores Justin Timberlake y Jessica Biel en Los Angeles; el basquetbolista Magic Johnson en Beverly Hills, el director general de Apple Tim Cook y otros líderes empresariales en Silicon Valley. Sin embargo, el escándalo de los emails la sigue persiguiendo. En las más recientes revelaciones, el Departamento de Estado informó el lunes que revisará casi 15.000 correos que no se han dado a conocer.
Los emails fueron recuperados por el FBI durante una investigación -ahora cerrada- sobre el manejo de información delicada que pasó por el servidor particular que estaba en la casa de Clinton cuando ella era secretaria de Estado.
Abogados del departamento anticipan que se difundirá la primera tanda de estos nuevos correos a mediados de octubre, lo que eleva la posibilidad de que nuevos emails enviados o recibidos por la candidata presidencial demócrata puedan ser del dominio público justo antes del día de las elecciones.