Tal es el caso del Congreso de los Pueblos, plataforma social de encuentro de un sinnúmero de movimientos y partidos políticos de Colombia, de fuerte presencia en los sectores campesinos. Esta organización ha desarrollado diversos paros agrarios y sociales que buscan avanzar en los acuerdos de paz, sin dejar de lado las reformas políticas y la justicia social. Poseen un senador y varios representantes regionales que participan activamente de la política cafetera.
Este es el comunicado en que celebran los acuerdos de La Habana.
«Este es un momento de país que nos permitirá, a través de la participación y la movilización, seguir sumando aliados y mejorando la correlación de fuerzas en el propósito de construcción de la paz que soñamos todos y todas. Por eso valoramos los esfuerzos de las partes, donde por medio del diálogo y las diferentes miradas llegaron a unos acuerdos y sentaron las bases para la construcción de una paz estable y duradera.
Este proceso no es el fin de la guerra, ni el fin del conflicto armado, social y político en el país. Es un paso importante, tal vez el más importante en estos 60 años de confrontación, y no sólo necesita ser verificado e implementado, sino también completado y profundizado.
Por eso, como han afirmado diferentes sectores, los retos que se vienen son inmensos. Por un lado tenemos la aprobación del plebiscito convocado para el día 2 de octubre del 2016, a través del cual se aprobarán estos acuerdos. El Congreso de los Pueblos ratifica su compromiso con este propósito. La campaña por el SI, debe ser creativa, llegar a todas las personas dudosas, escépticas, indiferentes o reacias. Estos no son los acuerdos perfectos, pero avanzamos si se aprueban.
Por otro lado tenemos el proceso de implementación. Allí la tarea es muy delicada, pues el reto es llevar los acuerdos a los territorios, sin que esto genere mayores conflictos o disputas territoriales. Para esto será fundamental contar con la participación activa, decisoria y vinculante de las comunidades, es decir con su voluntad a través de la consulta popular, ya que es en sus territorios en donde se llevará a cabo la aplicación de estos acuerdos. El compromiso del Gobierno Nacional con el cumplimiento de los acuerdos, y la generación de seguridad, garantías y posibilidades reales para hacer la política sin armas, van a determinar la estabilidad real de este proceso, y su posibilidad de futuro.
Sin duda, también están los retos de cara a profundizar y complementar el proceso; dar otros pasos hacia la paz anhelada por este país, con vida digna, con justicia social, con cambios y transformaciones. Y en este sentido se requiere por un lado la instalación formal y pública de la mesa de diálogos con el ELN; y por otro la construcción de escenarios para que la propia sociedad y sus comunidades puedan plantear sus propuestas, sus inconformismos y las soluciones requeridas. Sin estos elementos, no hay solución política ni paz integral.
El modelo económico, la doctrina militar, las relaciones internacionales, y demás asuntos estructurales de la política del país si deben discutirse, dialogarse. Por eso nos sumamos a los sectores que vienen convocando a un Gran Diálogo Nacional, que busca promover la participación y la apropiación de este proceso largo de construcción de paz. Que la paz sea tarea de todas y todos, es la única garantía de que en Colombia se haga justicia, se recupere la memoria de los humildes, se detenga la violencia política y no se repita el dolor que ha dejado tantas víctimas en la impunidad.
Por eso vamos por más»