El paradigma social dice que el hombre debe conquistar a la mujer.
Él es el Don Juan, el ruiseñor que infla su pecho y le recita poemas al oído. Su habilidad está en la oratoria y en el saber conducir su cuerpo de manera agraciada para que con el roce de su mano la dama se sienta al borde del desmayo por las ansias de fundirse con aquella figura masculina, máquina de amor, de seducción y deseos prohibidos.
Él es la montaña que ella quiere escalar e ir dejando en su camino las ropas acaloradas de un cuerpo sofocado y ansioso de tacto o caricia salvaje, de arañazo o moretón. Cuando llega a la cima, al pico más alto, ella se vence y entrega. Así se cierra el ciclo de amor romántico: el más trágico y sangriento, el más mortífero y egoísta, porque una vez que se pacta la entrega, nunca más volverá a ver la luz de la libertad.
Del otro lado de la moneda se encuentra una desalteración de la distorsión, donde el hombre es volcán apagado, rayo sin luz, etc. Es como un caracol que se arrastra deplorablemente por la vida, cubriéndose el badajo porque no hay nada que mostrar. Pero hasta ese pequeño ser con cara de miope o cíclope peludo y rancio tiene un encanto que seduce a las Valquirias que andan conquistando el mundo con una pisada tan firme como el más grande héroe de tiempos pasados.
La diferencia es que ella goza de su libertad y es dueña de su destino. Soberana guerrera de causas perdidas que encuentra satisfacción en ayudar a los más desprotegidos. Entonces voltea a ver a aquella persona que está condenado a vivir. Lo mira a los ojos y ve en él una mecha susceptible a la chispa. Ella es el fuego y él el medio que le falta para detonar la explosión de flores y susurros de una noche romántica. Se le acerca. Se pone frente a él. Manda el signo, la señal para la confrontación entre las sábanas, el torbellino de sudor por los frenéticos movimientos de los cuerpos. Pero nada pasa. Nada pasa porque él es un ser tímido o no está interesado en el amor.
Si algún elemento de este relato se te hizo familiar, es mejor que revises los siguientes puntos.
El hombre tímido habla a través de las miradas, el otro sólo te evade
Cuando un hombre es tímido, su habilidad con las palabras es nula. Como le es imposible gesticular alguna oración coherente, su comunicación es a través de los ojos. Si está interesado en una dama, centrará su mirada en ella y la seguirá hasta el horizonte lejano. Si no le interesa, en realidad podrá permanecer encantado tan sólo unos momentos por su belleza, pero al poco rato desviará su vista con el primer objeto brilloso que pase.
Quien está interesado tratará de seguir el discurso que ella inició, el patán abandona la conversación
Los hombres tímidos prefieren no hablar, pero cuando una mujer se acerca está en juego su más preciado anhelo. De él depende tomar o dejar ir una oportunidad tan valiosa. Si está interesado, continuará la plática a pesar de los balbuceos y los trabalenguas. Si sólo es un fanático del amor, entonces se dará la vuelta y dejará a Dulcinea con el verbo en la punta de los labios.
Cuando las miradas se cruzan por accidente, el hombre tímido se ruboriza, el otro se molesta
El hombre tímido es un espectador constante. Como si estuviera en un drama romántico sigue a su actriz por todo el escenario, pero en el momento en el que ella voltea y lo sorprende, él se sonroja, siente un escalofrío de vergüenza y pena, y vira a ver la nada que se encuentra en dirección contraria. La persona que no está hechizada por el amor puede sostener la mirada sin sentir el más mínimo sobresalto. Incluso hasta su boca se enchueca en una mueca de disgusto por haber concluido la función.
El hombre tímido aparece misteriosamente en todos lados
Los hombres tímidos sienten mucho y hablan poco. Su única táctica es estar siempre ahí, al acecho, en espera del momento indicado cuando el valor le llegue y pueda por fin declarar su amor. Por consiguiente, siempre aparecen cruzando la calle, doblando la esquina, en la fila del transporte o en la entrada de la escuela. Lo que parece una simple coincidencia en realidad es una muda estrategia para demostrar algo que le es imposible expresar. Los hombres que no están interesados simplemente no aparecen de sorpresa.
Como no puede acercarse directamente a ella, busca relacionarse con sus alrededores
El hombre tímido es nefasto para comunicarse directamente con la mujer amada, así que busca cercanía a través de sus amigas. De esta forma se acerca sin hacerlo. Conoce su vida a partir de comentarios, de anécdotas y recuerdos. Este acto le dará conocimiento y seguridad. Cuando tenga el valor necesario saltará al ataque y besará la boca que tanto soñó. Quien no está realmente enamorado aprovecha ésta y cualquier otra oportunidad para coquetear con otras mujeres. Si alguien se le cruza en el camino, mejor, pues así no tiene que gastar fuerzas.
El hombre tímido hace regalos, el interesado no regala, pide
Cuando por fin se atrevió a dar el primer paso, comienza el capítulo de la conquista. Entre su mala oratoria y sus torpes movimientos corporales, la mejor opción es hacer un regalo. El hombre tímido busca el obsequio perfecto, aquel que se adapte a sus gustos y necesidades. La persona que no siente un amor genuino nunca regalará nada a pesar de que él inició la relación. En un corto tiempo se quejará por no tener algún regalo en sus manos.
El hombre tímido demostrará con actos que le importas, el otro lo expresará con palabras pero serán mentira
Aún cuando ya se tiene un poco de confianza, el hombre tímido lo seguirá siendo por un rato más. Esto ya no es un obstáculo porque a pesar de que no dice muchas palabras, sus actos demuestran todo lo necesario para que una mujer se sienta querida y respetada. La otra persona, que termina siendo un patán, hablará mucho. Dirá palabras encantadoras pero a la hora de la verdad sus actos demostrarán que no es un amor genuino.
El hombre tímido dedica canciones porque no puede expresar lo que siente, el patán no lo hace
Los poemas son las palabras más románticas. Si estos se transforman en canciones se convierten en la prueba de amor más pura. A un hombre tímido le cuesta expresar lo que siente, pero encuentra alternativas bellas para demostrar lo que su corazón siente. En cambio, las personas desinteresadas pasan por alto cualquier gesto de amor. Cuando se topan con alguna frase romántica, la única persona en la que piensan es en su expareja, quien le hizo tanto daño y por la cual ahora está desalmado.
El hombre tímido afrontará todos sus temores y conocerá a tu familia, el otro evitará a toda costa este gran paso
Los hombres tímidos reunirán todo el valor para dar el siguiente paso en la relación. Conocerán a tus padres a pesar que sea uno de los momentos más incómodos en la vida. En realidad no importa lo difícil que sea la prueba porque lo más importante es tu amor. En cambio, los hombres que no están verdaderamente interesados en ti buscarán cualquier excusa para evadir este acto, porque una vez que la relación se haga formal, toda la responsabilidad de tu persona recaerá en él.
El hombre tímido es la mejor persona de la que te puedes enamorar porque él no usa palabras que se lleva el viento, sino actúa con lo que lleva tatuado en el corazón, un sentimiento que perdura por mucho tiempo.
Las personas tímidas son torpes con las palabras y los movimientos corporales. Pueden balbucear, tropezar y parecer unos tontos, pero por dentro tienen un tierno corazón que no necesita de palabras para ordenar todo lo que siente. Su amor durará por mucho tiempo a comparación del sujeto que habla mucho y actúa poco. Quizá te hechizará con su increíble oratoria y sus ademanes de conquistador, pero la magia dura poco y lo que queda después es un trágico desenlace.
Si antes creías que los hombres tímidos no eran valiosos ahora sabes que son todo lo contrario, porque tal vez no digan muchas cosas en palabras pero son las personas que aman de manera intensa. Si quieres una relación duradera y sólida mejor evita a los seres que hablan de más porque la habilidad de la oratoria sólo es para las personas que quieren hechizar a las mujeres para después destruirlas.