Diego, con más de 100 años, ha ayudado solo a salvar la población de tortugas gigantes de Galápagos.
Diego, la tortuga, ha sido padre de unos 800 ejemplares. Su insaciable apetito sexual ha jugado un importante rol en la repoblación de la subespecie Chelonoidis hoodensis de la isla Española, su hogar nativo en el archipiélago de Galapagos, en Ecuador.
“Es un reproductor macho muy activo sexualmente. Ha contribuido enormemente a repoblar la isla,» dice Washington Tapia, especialista en preservación de tortugas en el Parque Nacional Galapagos, a la agencia AFP. Aunque ela población no ha vuelto a su estado normal, se cree que ahora hay 2.000 Chelonoidis hoodensis en la isla Española.
«Hicimos un estudio genético para descubrir que él era el padre de casi 40% de la descendencia en la isla» agrega Tapia.
Diego mide alrededor de 90 centímetros y pesa unos 80 kilogramos. Pasó una buena parte de sus cien años en el zoológico de San Diego, EEUU –por eso lo llamaron así, pero fue devuelto a las islas en 1976, para ayudar a promover la población de tortugas gigantes en Española, lo que demostró ser una excelente idea.
Las islas Galápagos se asocian con Charles Darwin y su influyente trabajo de 1859, El origen de las especies. Pero desde el siglo XIX y con la era de la exploración, se estima que las islas han perdido entre 100.000 y 200.000 tortugas y cuatro subespecies diferentes, por causa de la exploración y el turismo. Se cree que hoy viven en la isla unas 20.000 tortugas silvestres, compuestas de unas 12 a 14 subespecies y poblaciones.
La más famosa de las tortugas gigantes de las islas Galápagos fue «El solitario George» de la isla Pinta (Chelonoidis nigra abingdonii). En sus últimos años, él fue el último individuo vivo de su especie, hasta que murió en 2012. Es muy probable que los conservacionistas hayan salvado a Diego de un destino similar.
Fuente, IFLS
El Ciudadano