Hijas ninfómanas, las devoradoras que te harán experimentar con sus inocentes cuerpos

Cada cierto tiempo es bueno recomendar una novela erótica

Hijas ninfómanas, las devoradoras que te harán experimentar con sus inocentes cuerpos

Autor: Andrea Peña

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Cada cierto tiempo es bueno recomendar una novela erótica. ¿Por qué? Las ventajas de una lectura provocativa son infinitas. En primer lugar está la movilidad. Al tener en papel un discurso pecaminosos se puede leer en cualquier lugar y momento. Es como llevar en el bolsillo un consolador. El segundo punto a favor es su discreción. A los ojos del mundo, un libro es un objeto honorable. Nadie pensaría que en unas blancas páginas se encuentre la historia más depravadas de todas. Una que con 50 palabras le otorgue al lector un paroxismo.

La sugerencia es “Dos hijas ninfómanas” La historia de una libertina familia que estremecen sus sexos entre sí. La premisa, per se, es una transgresión total para las personas con mente conservadora. Para las depravadas cabezas como las nuestras —te incluyo porque te atreviste a leer hasta aquí motivado por la lujuria— es un encanto. Saber que una madre termina saboreando los jugosos cuerpos de sus dos hijas provoca un cosquilleo en la zona pélvica (baja) de nuestro cuerpo.

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Ninon es dueña de un café parisino. Por las mañanas atiende su negocio y por las noches se dedica a desear en secreto los cuerpos de sus virginales hijas. Cuando llega Clarisse, la sobrina, el exquisito y suculento platillo es irresistible. ¿Qué hacer con tanta tentación? Como buena mujer alfa (ahora que está de moda el término), Ninon toma la batuta y dirige a estas bellas mariposas a la iniciación. Los encuentros sexuales que acontecen son tan perversos como placenteros. Cuatro bellas féminas que internan sus dedos y lenguas en sus rincones secretos. Sudor, saliva y otros fluidos comienzan a emanar del libro seguido de un tierno aroma a flores.

 

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Hay que decirlo. Tener a mujeres en acción, a pesar que todas son familiares, es bello. Ni si quiera la Sagrada Familia estuvo tan unida y cándida.

Esta historia surge de la cabeza del escritor Gilles de Saint-Avit,quien anteriormente ya había escrito otros relatos eróticos igual de hermosos. Parece que ya es una tradición que los franceses entreguen al mundo literatura de tan alta calidad y soberanía. Tenemos por ejemplo a Guillaume de Apollinaire y su libro de “Las once mil vergas”, donde una puta y un hombre honorable se juntan para llenarse sus orificios con el primer órgano u objeto que se les ponga en frente. Entre más invitados se unan a la fiestas, mejor.

Otro autor consagrado es el Marques de Sade. La presente novela de,“Dos hijas ninfómanas“, recuerda mucho a “La filosofía en el tocador” de Sade. En ambas historias se presenta en la base argumental el acto de “iniciación”.

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En la obra de Marques nos encontramos a una tierna adolescente que es seducida por una mujer para que pase un fin de semana. Los fines son pedagógicos, pues la mujer experimentada se vuelve la tutora de jovencita quien apenas conoce los dolores de la primera menstruación. Para hacer más lúdica la clase, llegarán dos hombres más a conocer las profundidades de un inocente cuerpo con el único fin de abrir el camino a un futuro de placer.

Con las ninfas, Ninon es la madre y maestra. Ella aprovecha toda su autoridad para ordenaren qué posiciones deben estar, qué dedos utilizar y cómo usar la lengua para excitar los dos vórtices inferiores del cuerpo. Reitero, esa si es una mujer alfa.

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Tras el rito de iniciación, las jovencitas se vuelven adictas al sexo y a partir de ese momento meterán cualquier cosa entre sus piernas. La transformación de seres virginales a bestias insaciables es un elemento que comparten los trabajos de Apollinaire, Sade y Saint-Avit, los tres escritores franceses más frenéticos en el erotismo.

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