Los argumentos de que los aborígenes australianos son la civilización más antigua vigente, en la historia de la Tierra, han sido apoyados recientemente por un amplio estudio del ADN de esta cultura, el que revela que sus orígenes se remontan a más de 50.000 años atrás.
Los científicos pudieron trazar el viaje hecho por antiguos humanos mediante el análisis de pistas de ADN de la población moderna de pueblos de Australia y Papúa Nueva Guinea. El estudio mostró que sus ancestros probablemente fueron los primeros humanos en cruzar el océano, y reveló evidencia de lazos prehistóricos con una especie de pariente homínido desconocido.
El profesor Eske Willerslev, genetista evolutivo de la Universidad de Copenhagen y principal conductor de la investigación, señaló a The Guardian: «Esta historia ha estado perdida por mucho tiempo en la ciencia. Ahora sabemos que sus parientes son las personas que por primera vez exploraron el planeta. Mientras nuestros ancestros estaban estáticos y tenían miedo del mundo, este grupo comenzó este excepcional viaje para cruzar Asia y atravesar el océano».
Los hallazgos aparecen en uno de cuatro importantes informes sobre el origen de los humanos, publicados esta semana en Nature. El compendio ofrece una comprensión sin precedentes sobre cómo los humanos emigraron por primera vez desde el continente africano, se separaron en diferentes poblaciones y se disgregaron por todo el mundo.
Las conclusiones de Willerslev están basadas en el análisis genético de 83 aborígenes australianos y 25 papuanos modernos, que mostró que se puede trazar la línea de ascendencia de estos grupos hasta las primeras llegadas al continente, hace unos 50 mil años, y que permanecieron casi totalmente aislados hasta alrededor de 4 mil años. «Probablemente es el grupo más antiguo del mundo al que se puede relacionar con un lugar en parricular», dice Willerslev.
En ruta hacia Australia, los antiguos humanos se habrían encontrado con una variedad de otras especies de homínidos ambulantes, incluyendo a un pariente que se ha demostrado haber contribuido con un 4% del genoma aborigen australiano. Ya antes se ha demostrado que los apareamientos prehistóricos dejaron a todos los no africanos actuales con entre 1 y 6% de ADN neandertal.
Willerslev dice que los últimos hallazgos muestran que las especies de homínidos extintos no eran unos «brutos de frente corta», como se los ha retratado usualmente, sino que eran básicamente muy similares a nuestros ancestros.
Además, un segundo estudio publicado en Nature encontró que la aparición del comportamiento del humano moderno -hace unos 100 mil años- mostrado en el arte rupestre y en el desarrollo de herramientas más sofisticadas, no parece haber estado acompañado de ningún cambio genético notable.
«Nuestro genoma contiene la historia de cada ancestro que alguna vez hallamos tenido», dice Swapan Mallick, genetista de la Escuela de Medicina de Harvard, quien condujo un análisis de los genomas de personas de 142 poblaciones diferentes.
El estudio también sugiere que los pueblos KhoeSan y Mbuti parecen haberse separado de los humanos más antiguos, más pronto que lo anteriormente descrito, lo que indicaría que no hubo un cambio biológico intrínseco que repentinamente gatillara estos comportamientos propios de la cultura humana.
“No hay evidencia de una mutación mágica que nos hiciera humanos” dice Willerslev.
El estudio de Willerslev también viene a resolver la aparente discrepancia entre diferentes hallazgos genéticos con respecto a que las poblaciones indígenas australianas han estado en el continente por decenas de miles de años, pero las lenguas habladas por ellos datan de sólo 4 mil años atrás. «Vemos un movimiento de personas que se esparcen por todo el continente y dejan señales en él», explica Willerslev. «Ese es el momento en que la nueva lengua se propaga. Es una pequeña marca genética. Es casi como si dos tipos entraran a un pueblo y dijeran ‘hey, ahora tenemos que hablar un nuevo lenguaje y usar otra herramienta de piedra’, y tuvieran sexo con las personas de esa villa y luego desaparecieran otra vez», agrega.
Aubrey Lynch, un anciano aborigen de la región de Goldfields, dice: «Este estudio confirma nuestra creencia de que hemos tenido conexiones ancestrales con nuestras tierras y que hemos estado aquí por mucho más tiempo que cualquier otro pueblo”.
Fuente, The Guardian
El Ciudadano