Respetuosas con la naturaleza, amigas de las energías limpias y por sobre todo, ahorrativas por excelencia son muchas de las cualidades que se les atribuyen a este tipo de edificaciones. Día a día miles de proyectos surgen en el mundo y en nuestro país pero, ¿son efectivas… tanta promesa será cierta?
Construir una vivienda genera un gran impacto en el medio ambiente que nos rodea: la fabricación de hormigón, el material más utilizado, implica cuantiosas cantidades de energía, mientras que la gran mayoría de los minerales y metales extraídos se utilizan en construcción. A su vez, la actual oferta inmobiliaria con precios excesivos y cuestionables estándares de calidad obliga a buscar otras alternativas.
A esto se suma que uno de los mayores conflictos que vive el hombre es su relación con el medio ambiente. Innumerables son los desastres que su progreso está provocando y dejando huellas imborrables e irreversibles.
Contaminación de aguas, tierra y aire, depredación de bosques nativos, destrucción de ecosistemas y de paso, aumento de la temperatura y variación sistemática de los climas son las principales consecuencias que están socavando la armonía de nuestra existencia con el planeta. Pese a esto, han surgido innumerables acciones que intentan frenar este impacto, creando conciencia sobre las consecuencias de nuestras acciones y la forma en que podemos contribuir a su disminución.
Una de ellas es el desarrollo sustentable que llama a convivir en paz y respeto con nuestro hábitat y en específico, a desarrollarnos de la mejor forma posible, pero provocando el menor daño que se pueda.
Conocida como arquitectura sostenible o eco-arquitectura, este modelo de construcción comenzó a masificarse luego de que Gro Brundtland, primera ministra de Noruega, realizara un informe en 1987 ante las Naciones Unidas, donde hizo un llamado a la población mundial a tomar conciencia en el impacto del desarrollo en nuestro entorno natural.
UNA MUESTRA: LOS DOMOS
Según sus principios básicos, busca establecer asentamientos aprovechando las condiciones naturales del entorno, aplicando el conocimiento científico y los avances tecnológicos en términos de ahorro energético, reciclaje y disminución de residuos.
Una de las construcciones más conocidas de este tipo son los domos. Éstas son edificaciones de alta seguridad y calidad, cuya estructura con forma geométrica, tiene bajos costos, una gran eficiencia energética y por sobre todo, la mayoría utilizan materiales reciclados en su construcción.
Según Eduardo Yáñez, ingeniero en construcción y promotor de Doméstica, señala que las construcciones sustentables se están transformando en la mejor forma de habitabilidad en el mundo. “La construcción sostenible y la arquitectura orgánica poco a poco está tomándose en serio. Estamos dándonos cuenta que el hombre debe por obligación cohabitar con su entorno y hacerlo más armónico y por sobre todo, provocar el menor impacto posible”.
Constanza Martínez junto a su pareja Marcial, hace cinco años iniciaron su proyecto de la casa propia. Juntos reunieron sus ahorros y en el afán de buscar un estilo de vida alternativo en armonía con la naturaleza, compraron un terreno urbanizado en Colina y concretaron la construcción de una casa tipo domo. Contactaron a una de las empresas que asesoran en este tipo de viviendas e iniciaron la obra.
Según sus cálculos, construyeron una casa de 140 metros cuadrados por un costo total de veinte millones de pesos. Utilizando principalmente adobe, piedras y arcilla, levantaron su hogar en siete meses. Aunque ambos reconocen que no fue fácil la construcción y gastaron más de lo que pensaban, sostienen que la amplitud, iluminación, calefacción y armonía con el paisaje es invalorable. “Creemos firmemente en la convivencia con la naturaleza, ya que es posible construir casas y e incluso edificios que no impliquen un gran impacto y a su vez, permitan aprovechar al máximo lo que nos da la tierra. Tenemos nuestro huerto, paneles solares que nos dan electricidad para las luces exteriores e incluso clasificación de desechos que utilizamos para revestir nuestra casa”, cuenta Constanza.
Sin embargo, hay voces incrédulas de la factibilidad y acceso a este tipo de construcciones sustentables. Sergio Vásquez, constructor civil de la Universidad de Talca, sostiene que para un chileno común se hace casi imposible apostar por una vivienda de este tipo. “Estas construcciones están ajenas a la gran mayoría de los chilenos, ya que por una parte, el sistema no otorga financiamiento a estos proyectos y porque se necesita un capital humano importante para concretarlas”.
Esta experiencia la vivió Jaime Quinteros, quien intentó construir un domo y no contó con el asesoramiento debido ni tampoco con los recursos. “Por más que lo intenté, no logré concretarlo. Una construcción sustentable implica un estilo de vida completamente distinto, implica adaptarse por completo a la naturaleza y no ella a nosotros y en medio de las selvas de cemento que se han convertido las ciudades, se hace muy difícil cumplir este sueño”.
Pese a esto, una casa o construcción sustentable es una fuerte tendencia que poco a poco se ha masificado y que pese a implicar una importante inversión, son más las personas que buscan una vivienda sólida, ecológica y durable que les permita convivir en armonía con la naturaleza.
Por Claudia Pedreros
El Ciudadano