La Bella Durmiente, una historia que se hizo mundialmente famosa tras el clásico animado de Disney que se estrenó en 1959, cuenta la historia de la princesa Talía y la maldición que pesaba sobre ella.
Los reyes decidieron abandonar el castillo y dejaron a Talía acostada en un lecho de piedra, en donde comenzaría a rodearse de musgos, hasta que un rey solitario llegó un día y la descubrió dormida dentro del castillo.
Hasta entonces la historia va bien, aunque un poco distante del clásico de Disney.Lo cierto es que a partir de este instante (la historia original se llama Talía, Sol y Luna, publicada por Giambattista Basile en 1635) lo que conocemos del cuento se torno un poco más sangriento y escalofriante.
La perversidad de este rey salió a flote, aprovechó que su inocente e indefensa princesa dormía y la violó. Luego la llevó consigo a su castillo.
La pobre Talía quedó embaraza y nueve meses después dio a luz a dos hijos, que como no podían alcanzar los pechos bajo el corpiño, mordieron el dedo en el que se alojaba la astilla maldita y la sacaron. Así, Talía despertó.
Al percatarse de esto, la reina, y mujer del rey pedófilo, mandó a cocinar a los hijos de Talía. Pero el cocinero no pudo cometer semejante acto de barbarie y le preparó dos pollos, salvando la vida de los pequeños.
Aunque no pudo evitar salvar la vida de Talía, que fue quemada viva por orden de la reina.
El rey, al enterarse de esto, decidió mandar a la hoguera a su esposa y puso fin a una espeluznante historia llena de Necrofilia, pedofilia y canibalismo.
Es difícil imaginarse que aquella Bella Durmiente que conocemos por Disney se una tergiversación de una historia mucho más horrible y carente de todo sentido adecuado ser contada a un niño.
Es una historia perversa derivada de la tradición oral que se mezclaron con otros cuentos para crear un mito del poco de habla hoy.