Dos veces postuló sin éxito María Belén Espinosa Peña su obra al Fondart. Finalmente decidió montarla por su propia cuenta. Lo único importante era el día en que debía ser estrenada. Daba lo mismo el año, pero debía ser un 16 de octubre.
Cuando este domingo, a las 19:00 horas, la actriz se suba al escenario del Teatro Municipal de La Serena habrán pasado exactamente 43 años desde que su abuelo, el músico y compositor Jorge Washington Peña Hen, fuera brutalmente asesinado por la Caravana de la Muerte en 1973.
A Peña Hen, reconocido por ser el creador de la primera Orquesta Sinfónica Infantil de Chile y Latinoamérica, los militares le inventaron la misma mentira con la que justificaron tantos asesinatos. Que escondía armas; en los estuches de los violines de los niños… Lo detuvieron, lo llevaron a la cárcel de La Serena. Desde ahí lo sacó el 16 de octubre una patrulla a cargo del teniente Marcelo Moren Brito, la que lo trasladó hasta el Regimiento Arica de La Serena. Fue torturado por horas y finalmente baleado en el cráneo, el mentón y ametrallado por la espalda, según consignó su Certificado de Defunción. Lo mismo ocurrió con otros 14 prisioneros políticos.
«Jorge Peña Hen, las últimas horas del maestro» es el nombre del trabajo de memoria de teatro Butoh con el que su nieta lo homenajeará y que se traslada hasta ese mes en que fue asesinado, hasta esas horas y a lo que ocurrió posteriormente a su muerte, cuando es encontrado junto a las otras víctimas 25 años después. La puesta en escena de María Belén Espinosa es acompañada en el escenario con imágenes del cinematógrafo Álvaro Riquelme y con un diseño sonoro que integra algunas composiciones de Peña Hen, a cargo del músico Simón Olea.
¿Cómo reconstruiste lo que muestras en tu obra, en qué te basaste?
Al igual que mi hermano, siempre he tenido muy fresca la imagen de mi abuelo, gracias a mi mamá que nos contaba cosas desde que era chica, nos muestran fotos, nos cuentan historias. Y bueno, por lo que se sabe, de que no solo lo mataron a él, sino que a 14 personas más; que estuvieron encerrados, que los llevaron al Regimiento y que pasaron 25 años para que aparecieran. Entonces, con esos datos luego yo fui de forma privada contactando gente, hasta llegar a esta idea que se enfoca en esta etapa más oscura.
Cuando fue asesinado tú no nacías todavía, sin embargo, como me dices, desde chicos les fueron hablando de él. A partir de esos relatos, ¿cómo era Jorge Peña Hen, cómo lo describirías?
Lo describiría como una persona muy mágica, muy paternal; siempre la gente que me habla de él me dice que era como un padre. Claro, tenía claramente esa energía muy elegante, esa prestancia maravillosa que uno le ve siempre en las fotos, muy correcto, pero también tenía su lado muy humano, de familia, que construía casitas de madera para sus hijos; andaba todo el día tarareando, siempre me lo han dicho. Tenía esas cosas como muy lúdicas. Y bueno, obviamente, un idealista absoluto. Lo que siempre primó para él era que la gente pudiera surgir, que pudieran aprender, ser grandes personas.
Y en base a eso, ¿qué lecturas haces de que se haya asesinado, en la forma en que se hizo, a una persona que uno identifica con esta nobleza, que se traduce, por ejemplo, en el hecho de impulsar las orquestas infantiles? ¿Qué piensas de ese período, de las personas que participaron en esos crímenes?
Es algo frente a lo que no tengo palabras. Tengo 31 años y todavía no me lo explico, no solo la masacre horrible que ocurrió en ese regimiento, sino que en todo Chile con la Caravana de la Muerte. Y no solo la Caravana, sino que todas las matanzas espantosas. Realmente no tiene ninguna justificación, es algo que me cuesta mucho aceptar y me importa mucho recalcar en la obra que no fue solo a él a quien mataron ese día, sino que a otras catorce también. Y no es solamente el que lo hayan matado, sino que la forma cobarde en que después se informa de esto, en los diarios por ejemplo, en donde el verbo que utilizan es ajusticiar. Matar a una persona así no puede ser una forma de «ajusticiar», ni siquiera hubo juicios. No evaluaron nada. O sea, pensar que traficaba armas en los estuches de los instrumentos es la calumnia más absolutamente imposible, es absolutamente falso. Entonces es una cosa espantosa tras otra, no solo el asesinato sino que lo que pasó antes y después.
Lagos y los defensores de Cheyre
A propósito del asesinato de estas 15 personas en La Serena, ha reaparecido el nombre de Juan Emilio Cheyre, quien está procesado como cómplice en el episodio La Serena de la Caravana de la Muerte. ¿Qué piensas de él hoy y de que haya asumido en un momento como «el general del nunca más»?
De partida no es solo Cheyre, también (Ariosto) Lapostol. Es muy importante que no se olvide que Lapostol estaba también ahí, al mando, incluso de muchos allanamientos que se hicieron en La Serena; Cheyre no fue el único. Espero obviamente que se haga justicia, pero hasta que no lo vea la verdad es que no puedo decir nada, porque cuesta que llegue la justicia en Chile, cuesta que las cosas se cumplan. En este momento sabemos que hay muchos elementos, muchos papeles firmados, timbrados por Cheyre, que avalan que él era una persona influyente en ese contexto, que estaba en el Regimiento, que no era simplemente un cualquiera. Tenía un poder, un conocimiento, así es que lo único que queda es esperar que el juez (Mario) Carroza trabaje, que se haga justicia.
¿Qué opinión tienes de las personas que han defendido a Cheyre y que plantean que, de alguna forma, no podía hacer más, que habría estado subordinado a superiores, que habría sido riesgoso para él desobedecer? El ex presidente Ricardo Lagos es uno de ellos. Son personas de centro-izquierda que defienden a alguien que fue cómplice de estos asesinatos
Es más o menos similar a lo que te decía. No me cabe en la cabeza que uno pueda justificar algo así. No sé si es el poder del dinero, el poder del poder, o quien sabe qué cosas hay detrás; o es simplemente la ignorancia, no lo sé. Bueno, de hecho lo de Lagos para mí es un tema bien delicado y que nos ha costado abordar porque él tenía gran estima por mi abuelo, fue quien impulsó la Fundación de Orquestas, mencionándolo a él, entonces esta caída, como podríamos llamarle, fue fuerte para mí. Pero estoy más o menos como está la mayoría de la gente en este momento, como muy tranquila tratando de esperar el estado del proceso y, bueno, como ya salió a la luz la verdad, espero que también salga la justicia.
El trabajo que tú haces es de homenaje, pero también de memoria. ¿Qué rol le asignas a esos ejercicios de memoria en un contexto en donde uno sabe que no siempre habrá justicia?
Qué importante que me hables de memoria, porque en estos días he tenido hartas entrevistas y en ninguno me habían mencionado la palabra memoria. Es importante porque si bien en La Serena Jorge Peña es absoutamente recordado, está muy presente, totalmente fresco en la memoria, la idea de esta obra es que sea transversal también para la gente que no lo conoce, la gente joven. Así como muchos otros jóvenes, o más jóvenes que yo, la idea es que los chicos, los propios niños de la orquesta, lo vayan conociendo. También de otros ámbitos, que no sean del arte, que conozcan su historia, que se informen, porque es muy importante mantenerlo siempre vivo, no solo a él como persona sino que también lo que hizo, la labor que sembró, que sigue no solo en Chile, sino que se replicó en otros países.
Daniel Labbé Yáñez
El Ciudadano