Es de conocimiento popular que algunas especies de córvidos son acaparadoras, como las urracas, o indiferentes a sus pares, como los cuervos. En contraste a la injustificada «mala fama» de estas aves, un estudio muestra cómo otra especie de córvido, el rabilargo asiático, entrega comida espontáneamente a su grupo, sin que estos siquiera se la pidan, informa Sinc.
“Durante mucho tiempo se ha pensado que la prosociabilidad proactiva (comportamientos que favorecen a otros, sin buscar recompensas materiales) era propia de los humanos”, explica Lisa Horn, investigadora de la Universidad de Viena (Austria) y principal autora del estudio, publicado en Biology Letters.
En las primeras etapas de la evolución humana, este comportamiento se promovió con la crianza cooperativa de los niños, una conducta que también existe en otros primates. “Pero aún faltaba ver resultados en otros taxones”, precisa Horn.
El equipo de investigadores comprobó esta colaboración entre los rabilargos asiáticos (Cyanopica cyanus) mediante un ingenioso experimento.
Usando un posadero especialmente diseñado, los científicos hicieron que las aves activaran un balancín que llevaba alimento a todos los miembros del grupo. Si las aves del posadero optaban por tomar ellas mismas la comida, tenían que abandonarlo, pero el balancín con la comida retrocedía, haciendo que el alimento quedara fuera de su alcance.
Los científicos observaron que aun no teniendo acceso a la comida directamente, las aves seguían posándose en la percha y repartiendo alimento a su grupo todas las veces, mostrando niveles de cooperación que normalmente sólo se habían visto en primates.
De acuerdo a lo observado, los rabilargos sólo activaban el mecanismo cuando los individuos de su grupo podían obtener el alimento; no así en las condiciones de control en que se había bloqueado el acceso a éste.
«Criar a los polluelos de manera cooperativa puede haber promovido la aparición de las tendencias prosociales en otros animales, no solamente en los humanos. Pero necesitamos más pruebas con aves que no cooperen entre sí”, concluye Horn.
Fuente, Sinc
El Ciudadano