Grotescas esculturas de carne humana remecen a Europa (+ FOTOS)

Michael Behe fue el creador del término complejidad irreducible, el cual sostiene que ciertos sistemas biológicos son tan complejos para haber evolucionado a partir de predecesores más simples

Grotescas esculturas de carne humana remecen a Europa (+ FOTOS)

Autor: Jorge Rubio

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Michael Behe fue el creador del término complejidad irreducible, el cual sostiene que ciertos sistemas biológicos son tan complejos para haber evolucionado a partir de predecesores más simples. En pocas palabras, este termino es un argumento contra la evolución; según Behe nosotros somos un sistema irreducible e individual compuesto de varias partes bien coordinadas que interactúan para desempeñar funciones básicas. Si por alguna razón, una de nuestras partes dejara de funcionar nosotros seríamos una abominación sin misión alguna.

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La teoría del bioquímico estadounidense ha sido rechazada en múltiples ocasiones por científicos y biólogos que han revisado su trabajo. A pesar de ello esta teoría ganó popularidad con el paso de los años hasta comprenderse como el testimonio que confirma que sólo un organismo de estructura simple es capaz de sobrevivir a la evolución. Pues los más complejos, como los seres humanos, perdemos nuestra función cuando una sola de nuestras células falla.

Concuerdes o no con esta teoría, la medicina y otras ramas de la ciencia han podido demostrar en distintas ocasiones que aún con algunas fallas, el humano continúa funcionando, pero otras no. La deformación por ejemplo, es un problema de la evolución incompleta y compleja, misma que Andrea Hasler decidió representar con algunas esculturas grotescas que parecen estar hechas de retazos de carne humana. Ella es una artista suiza recibida del colegio de arte y diseño de Londres a quien siempre le ha interesado el impacto de su trabajo en el espectador.

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Esta vez no fue la excepción, pues Hasler logró despertar todo tipo de reacciones al exhibir varias piezas como una sola serie titulada “Complejidad Irreducible”. A primera vista, esta obra de estética irracional es totalmente indeseable. Una vez que el espectador se familiariza con las piezas el contenido comienza a tomar forma. Estas obras de material maleables y textura viscosa expresan la naturaleza de nuestra existencia. Qué somos y cómo estamos hechos es lo que responden estas figuras de color carne y textura desagradable.

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La instalación se compone de esculturas a escala esculpidas en cera. Cada una representa al cuerpo humano vuelto al revés. Con los intestinos escurriendo por las piernas es como nos presenta la naturalidad y complejidad del organismo. Su intención en volver grotesco algo tan ordinario radica en recomponer la interpretación que le damos a nuestro propio cuerpo. Es decir, para Andrea Hasler pensar que debemos ser seres perfectos y estéticos es completamente ridículo y después de ver nuestro interior reconstruido en estas esculturas, la idea también se vuelve irónica para el espectador.

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Otra de sus piezas más polémicas fue “Matriach”, una escultura en forma de tienda de campaña que en su interior parecía guardar las paredes de una matriz. Misma con la que Halser intentó homenajear una manifestación pacífica ocurrida el 1 de abril de 1983, en la que cerca de 70 mil mujeres formaron una cadena humana de 23 kilómetros de largo para protestar contra las armas nucleares situadas en RAF Greenham Common en Berksire, Inglaterra.

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