Todo comenzó hace 6 años cuando Senji Nakajima, un hombre de 61 años, casado y con dos hijos, tomó una polémica decisión. ¡Insólito! Compró una muñeca para evitar la soledad y se enamoró de ella.
Senji decidió comprar la muñeca para combatir la soledad que sentía debido a que pasaba mucho tiempo trabajando lejos de su hogar. Aunque inicialmente solo la usaba para propósitos sexuales e imaginaba que era su primera novia, poco a poco comenzó a desarrollar sentimientos más profundos hacia Saori y decidió tener una «relación» con ella, según publicó Daily Mail.
«Ella nunca me traiciona, no busca el dinero. Estoy cansado de los humanos racionales modernos. No tienen corazón», dice el hombre, quien comparte la cama con Saori, la baña y le escoge atuendos cada mañana. Las muñecas se venden con el nombre de «esposas holandesas», un término japonés que se refiere a las muñecas sexuales, y pueden llegar a costar unos 5.000 dólares.