Afortunadamente, la resaca del mes patrio pasó al olvido. Es primavera. Hay tanta luz como alergias en el aire, explota el sexo sin amor a la par que las depresiones, y emanamos energía a borbotones, buena y mala, da igual. Aparecen como malezas los bares outdoor por barrios y ciudades, invitando al temprano consumo de bebidas con acento etílico. Las jarras de cerveza, los picoteos apurados y la aparente alegría estival ya están en vitrina. A veces participamos de ella, otras, sólo miramos por la ventanilla con algo de envidia. Pero ante todo, el anuncio de que sobrevivimos a la crudeza invernal, nos hace sentir, más ligeros.
Sin embargo, los últimos meses han sido temporada de debate nacional, de conversaciones entre borrachos, de sordos interlocutores. De tironeo a veces irreconciliable y posiciones extremas frente a asuntos país importantísimos (AFP, aborto terapéutico, presupuesto, reformas a la educación, etc.). Felizmente, algo de luz se entrevé en el camino, aunque sea con el estómago apretado, a sabiendas que en Chile, todo cuesta.
Así es cómo el pasado septiembre recibimos con satisfacción la noticia de la aprobación en la Comisión de Salud del Senado para legislar sobre el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo. Frente a esto, nuestros cuestionados políticos y miembros de la misma, tuvieron el deber y la responsabilidad de ponerse en el lugar de aquellas mujeres que se encuentran en alguna de estas tremendas causales (violación, inviabilidad del feto o riesgo de vida para la madre), que no piden nada del otro mundo y que se enfurecen, justamente, cuándo alguien decide por ellas, un comportamiento tan paternalista y propio de Chile. Y si bien aún queda sortear otras instancias ripiadas, como la comisión de Constitución y luego la revisión y votación de la Sala de la Cámara Alta, es un pequeño triunfo. Eso sí, muy ajustado, de tres votos a favor (Fulvio Rossi (PS), Guido Girardi (PPD) y Carolina Goic (DC)) y dos en contra (Jacqueline van Rysselberghe (UDI) y Francisco Chahuán (RN)).
Y es que llegó el momento de ejecutar las opiniones, al menos, las del 70% de los chilenos que piden se apruebe el aborto terapéutico (Plaza Pública Cadem, 2015). Hay que poner prioridad y urgencia. Chile permanece sesgado en el mapamundi, como un país repleto de rarezas, y no necesariamente, buenas. Penalizar el aborto por tanto tiempo en este tipo de durísimas circunstancias, no habla bien de nuestra erudición ni de la cultura que tan “en alto” tenemos. Es tiempo de mirar la realidad legal y cívica de otras naciones, y aprender. Sin pedantería ni conservadurismo. Sin ser altaneros ni continuar defendiendo aquello que a estas alturas parece insultante, que es privar a una mujer en situación de riesgo o enmudecida ante un episodio de violación, decidir por su paz, dignidad y salud.
Por otro lado y paradójicamente, nos hemos reconectado con la política. La desaprobación histórica de Bachelet, las modificaciones internas y algunos destellos de nuevos ítems de casos como el Caval, sumado a los vaivenes presupuestarios, no han monopolizado la agenda del todo, pero sí la han subrayado. La Moneda sigue midiendo a diario las veces que aparece en prensa la palabra Caval, Compagnon o Machalí asociada a la Presidenta. Y estando a poco más de un año de las elecciones que la removerán, ya disfrutamos con los enfrentamientos políticos cotidianos, los eufemismos y juegos de palabras que construye la oposición para maltratar al oficialismo y por supuesto, la entretenida campaña política de desacreditar no sólo al oponente sino al mismísimo partido y a su proyecto político. Y es que así es la política. Un circo de pirotecnia, payasos y animadores. Al viejo estilo. Nada de grandes proezas ni acrobacias como las del Circo del Solei, más bien, de circo con bajo presupuesto. No obstante, un circo que aún repleta las tribunas, genera adeptos y saca aplausos, y que también nos pone en suspensos obvios e inunda de carcajadas de vez en cuando.
En esta oportunidad, el poeta, docente y traductor, Kurt Folch (Valparaíso 1970), autor de Paisaje Lunar y Líquenes nos da algunas de sus impresiones sobre el Chile actual y por supuesto, de literatura.
¿Bebes? ¿Qué bebes?
Casi de todo, pero no puedo tomar pisco.
¿Poesía y alcohol? ¿Matrimonio bien o mal avenido?
Funciona mejor que la mayoría de los matrimonios, pero termina mal.
Relaciones históricas entre poesía y alcohol
La de los poetas chinos (Li Po a la cabeza), su medida era beber hasta “sentir que el mundo gira”. Omar Jayyam celebraba al vino porque nos devolvía nosotros mismos. Faulkner decía que el tabaco y el whisky eran suficientes para escribir bien.
¿Qué entiendes por “trago amargo”?
El trabajo. Inevitable, pero en fin.
¿A tu juicio qué ha sido LO PEOR en el debate nacional del último tiempo?
José Piñera, la imposible ley de educación, las AFP, la Salud pública, el aborto, la marihuana, la eutanasia (ni lo mencionan), casi todo en realidad.
¿Por qué brindar en el Chile Actual?
Por Roxana Miranda.
¿Recuerdas algún brindis desubicado, incómodo, un “anti brindis”?
En Perú, un conocido brindó por el Huáscar diciendo que era una discoteque.
Memorias de caña
Varias. Uno que siempre recuerdo: Estábamos con dos amigos, desperté y habíamos completado el metro cuadrado de botellas de vino. No estoy seguro de haberlo repetido.
¿Entiendes algo cuando lees o escribes con trago?
Claro que sí. Ya borracho es imposible.
¿Has tenido grandes ideas con trago?
No padezco de eso. Más bien con el trago resulta más fácil asociar cosas. Norman Mailer decía que el alcohol funciona como un solvente. Creo que tiene razón.
¿Alguna contable?
Las grandes ideas de borracho, se desinflan apenas volvemos a la sobriedad.
¿Y malas?
Curado uno siempre quiere volver a su casa y no siempre es posible. Con frecuencia es una pésima idea. Pero la peor de todas fue meterme al mar, en Chiloé, de noche, en invierno.
A tu juicio, ¿a qué figura de la literatura le sobró el trago?
Uno podría decir que a gente como a Poe, o Teillier, o Dylan Thomas, etc., les sobró, pero vaya a saber uno. Hay casos que dejan de beber y se acabó.
¿A cuál de nuestras figuras políticas o artísticas locales te imaginas con algunas copas de más?
A todos los imagino. Todos chupan como locos.
¿Qué te produce la primavera?
Alivio, ya llega el sol.