Siempre se ha sugerido que un paseo por los bosques, a respirar el aire de la naturaleza, gozar de la presencia de los árboles y estar en contacto directo con el suelo y la vegetación, es un remedio natural e infalible para el cuerpo y el espíritu. Lo han dicho también famosos autores, como Henry David Thoreau, con su famoso ensayo «Walden: Or, Life in the Woods» (Walden o la vida en los bosques). En Japón, internarse en los bosques es una práctica llamada shinrin-yoku, o ‘baño de bosque’, y en esa cultura los beneficios de un ambiente verde tienen reconocidos beneficios para la salud física y mental.
En un estudio que apoya el conjunto de las eco-terapias, los autores Eva M. Selhub y Alan C. Logan, han comprobado a través de su estudio «Your Brain on Nature» (Tu cerebro bajo los efectos de la naturaleza), que los baños de bosque calman el ritmo cardíaco y bajan la presión arterial, reducen la producción de hormonas del estrés y activan el sistema inmunológico, además de mejorar la sensación de bienestar (esto último no necesita ser comprobado, pero ya conocemos el afán de la ciencia).
En 1982, el shinrin-yoku empezó a formar parte del programa de salud pública de Japón, cuando el ministerio acuñó el término y además promovió la poda ornamental como terapia. La apreciación de la naturaleza es un pasatiempo nacional en ese país, una cultura que tradicionalmente ha valorado la sabiduría sobre el medio ambiente, y que se manifiesta en las enseñanzas de los maestros Zen –la iluminación a través de la contemplación y la «inacción»– y en el género poético del Haiku.
La idea del baño de bosque es estar dispuestos a entrar en un ritmo quieto, respirar los aromas de la vegetación, sentir el suelo, no buscar una finalidad, caminar sin rumbo y descansar de todas las actividades frenéticas relacionadas con la vida urbana y las obligaciones.
Gregg Berman, enfermero en California, guía calificado en baños de bosque y experto en naturaleza, dice que «no hay que hacer ningún esfuerzo». Berman lidera pequeños grupos que se adentran entre los árboles sin zapatos para estar a tono con la naturaleza bajo la verde catedral de árboles, escribe Ephrat Livni en Quartz.
Pero la evidencia científica de que internarse en los bosque es una medicina, no es algo que le pertenezca a los investigadores occidentales. Las autoridades japonesas invirtieron más de 4 millones de dólares entre 2004 y 2012, estudiando los efectos fisiológicos y psicológicos del shinrin-yoku, y basándose en los resultados de este plan de investigación, diseñaron 48 estudios terapéuticos.
Qing Li, profesor en la Nippon Medical School en Tokio, midió la actividad de la células NK (también llamadas ‘asesinas naturales’) en el sistema inmune, antes y después de los baños de bosque. Las células dan una rápida respuesta a las infecciones por virus, reaccionan a la formación de tumores y están asociadas con la salud del sistema inmune y la prevención del cáncer. En un estudio publicado en 2009, Li demostró que había habido un aumento significativo en la actividad de las células NK, en la semana posterior a visitar el bosque y que los efectos positivos habían durado un mes, si esta visita se repetía los fines de semana durante ese tiempo, informa Quartz.
Julia Plevin, de Forest Bathing Club Meetup, cuenta a Quartz que el grupo se reúne todos los meses para escapar de la tecnología: «Es una experiencia inmersiva. Pasamos demasiado de nuestras vidas interactuando con pantallas, habiendo todo un mundo en 3D allá afuera», dice.
Fuente, Quartz
El Ciudadano