Ahora seguimos a las personas en las redes sociales solo porque sus fotos nos parecen atractivas, pero en realidad no sabemos de dónde vienen, quiénes son o qué hacen. Hoy en día es fácil que te digan algo que no es, y fácil que la gente te crea.

¿Qué hizo? Buscó a un señor de edad, pero que se viera con onda, en las redes sociales de su país. Ahí se encontró con Boris Kudryashov, un jubilado que aceptó más que feliz a seguirles el juego a las personas detrás de la idea de Zaripov.

Comenzaron a subir fotografías a la red social de Instagram, teniendo como inspiración a millonarios de la misma aplicación, que tenían muchos seguidores. Gastaron cerca de 195 dólares al mes, y se dedicaron todo un fin de semana a poner imágenes de Boris haciendo cosas de un magnate.

Llegaron a tener más de 20.000 seguidores y 30 mensajes diarios de personas que querían que les promocionara una marca o usara un producto suyo, el mítico Boris. Poco sabían que Kudryashov no tenía nada de millonario y menos un estilo de vida lujosa como se mostraba en su cuenta.

Lo llevaron a comprar ropa, mostraron cómo hacía deportes, amaba las chicas e iba a comer a restaurantes lujosos.
Pero toda la magia la rompieron después de seis meses cuando publicaron una última foto y Zaripov aclaró toda la farsa en Facebook:
