Académicos e Investigadores de la Universidad de Chile, en conjunto con otros investigadores e instituciones, están trabajando en un modelo matemático que tiene por objetivo reducir el porcentaje de personas que evaden el pago del pasaje del Transantiago.
El proyecto está a cargo de los investigadores de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile, José Correa y Rafael Epstein, junto al profesor alemán Andreas Wiese y los investigadores Bastián Bahamondes y Carlos Bonet, del Núcleo Milenio Información y Coordinación en Redes, en colaboración con el Directorio de Transporte Público Metropolitano (DTPM).
La novedad del proyecto está en el enfoque de la solución: el nuevo sistema de fiscalización estará basado en la Teoría de Juegos, específicamente en un juego llamado «Stackelberg», donde un líder hace un primer movimiento y los seguidores responden en base a ello.
«El objetivo final de este proyecto es mejorar la efectividad del control de la evasión», explica José Correa, académico de Ingeniería Industrial y Director del Núcleo Milenio Información y Coordinación en Redes, agregando que el modelo, además de ubicar a los fiscalizadores de manera eficiente, tiene como segundo fin entregar herramientas para decisiones estratégicas del sistema de fiscalización.
«Nuestro proyecto está estructurado en dos partes. Primero, está el componente operativo que día a día indica dónde tienen que ir los fiscalizadores. Y luego está el componente estratégico que tiene que ver con el diseño del equipo de fiscalizadores. La idea es que el modelo pueda indicar en términos presupuestarios cuántos fiscalizadores son necesarios para reducir los índices de evasión de forma sustancial».
«Queremos que este sistema sea una herramienta en la toma de decisiones», proyecta Correa.
Ciencia para mejorar los métodos de control
«La Teoría de Juegos es una ciencia que busca ver cómo interactúan diferentes agentes. Cada uno tiene objetivos individuales que son afectados por los objetivos del resto», explica Carlos Bonet.
Bastián Bahamondes explica que en este caso existen dos agentes con dos objetivos diferentes; la persona que evade, cuyo objetivo es viajar al menor costo posible, y el fiscalizador, que vela porque el viaje sea pagado. «Actualmente, para evitar la evasión en Santiago, se eligen las calles con mayor evasión y se ubica a los inspectores, quienes pueden estar durante un largo período controlando la evasión a la misma hora», explica Bahamondes .
«Esto, sin embargo, hace que se pierda el factor sorpresa», agrega Bonet pues «los evasores saben por experiencia dónde se ubican los fiscalizadores, por lo que fácilmente pueden evitar el control de pago».
En este contexto, el equipo de investigadores está desarrollando un sistema que propone un modelo de fiscalización aleatorio. «Como contraparte surge naturalmente la idea de que el sistema de fiscalización debería ser aleatorio, por lo que estamos creando un sistema basado en el azar, que proponga los lugares que serán fiscalizados y que, además, no tenga un patrón que los evasores puedan identificar», afirma Bonet.
El piloto de este modelo, que también contempla factores como la seguridad de los fiscalizadores, pretende implementarse en el primer semestre de 2017.
El Ciudadano