En la mañana del martes el ministro de Educación apoyaba la publicidad en los textos escolares, pero a medida que pasaban las horas y las señales de condena hacían estallar las redes sociales, el ministro citó a una conferencia de prensa para prohibirlos en el futuro. ¿Quién lo entiende?
En horas de la mañana de este martes, al ser consultado por la polémica presencia de publicidad en textos escolares para niños de 12 años, el ministro de Educación, Joaquín Lavín, respondió desde su criterio íntimo defendiendo la inclusión de publicidad en los manuales de estudio, haciendo hincapié en que se trata de incluir contenidos que permiten, según él, “que los niños enfrenten mejor la publicidad”.
Incluso añadió que como los niños están expuestos al bombardeo publicitario todos los días y en prácticamente todos los ámbitos, “deberían (aprender) a través de una forma reflexiva, y eso es lo que se enseñan estos libros, a cómo enfrentar la publicidad”.
Salió al paso así de la polémica noticia dada por El Mostrador, que reveló que en los textos para niños de 12 años, hechos por la editorial Santillana, se incluía publicidad de marcas como la telefónica Claro, Té Lipton, Bilz y Pap, Banco Estado, Carabineros, Teletón, Monarch, Cereal Nestlé, BCI y hasta Autopista Vespucio Sur. Es más, en uno de los libros hay un aviso a dos páginas completas de Milo.
Pero al transcurrir las horas, la noticia circulaba por las redes sociales y los noticiarios, auspiciados en algunos casos por las mismas marcas aludidas, rebotaban la noticia, sobre la que los expertos consultados (psicólogos, publicistas, pedagogos, etc.), los niños en los colegios y los apoderados coincidían en que era aberrante exponer a los menores a avisos publicitarios.
En horas de la tarde Lavín salió nuevamente por los medios para decir que los polémicos textos escolares existían desde el año 2002, cuando una comisión permitió que en la unidad de Medios y Publicidad de los libros de comprensión lectora llevasen publicidad. O sea, se sacó el bulto diciendo ‘pero si ellos (la Concertación) también lo hacían’.
LA VOLTERETA DE LAS OCHO
A las ocho de la noche, poco antes de los noticiarios centrales de televisión, los periodistas fueron citados de manera urgente a una conferencia de prensa en el Ministerio. Con su proverbial estilo, Lavín anunció la prohibición de la publicidad y la muestra de marcas en los textos escolares.
El ministro dijo que envió un oficio a la jefa de la Unidad de Curriculum y Evaluación del Mineduc, Loreto Fontaine, para que no hubiese más publicidad en los textos escolares.
“Esto es algo que viene ocurriendo desde hace ya varios años, pero hoy día he instruido que, en el futuro, los textos escolares cuando pasen esta materia, no hagan alusión a una marca específica, sino que la enseñen a través de marcas ficticias. Creo que es lo mejor, porque así se pasa la materia y no se predispone a los alumnos a favor de una marca específica” -dijo el ministro Lavín.
Los cambios se producirán a partir de la próxima impresión de textos escolares, según anunció el Ministro.
UN MINISTRO DUEÑO DE UNA UNIVERSIDAD
Lavín ha tenido otras volteretas jamás aclaradas desde que se desempeña como ministro de Educación. Una de las más bulladas fue cuando ofreció 2 mil becas en la Feria de Postgrados en el Extranjero, en abril del 2010, y en diciembre las becas dadas por el Gobierno no sólo no cumplieron con su promesa, sino que descendieron a menos de las entregadas los años anteriores.
Si el 2009 se otorgaron 543 becas para doctorado y 793 para magíster, el gobierno de Sebastián Piñera entregó 439 y 325 respectivamente. O sea, 572 becas menos que el 2009, decisión que afectó al 89% de los 6.745 postulantes al sistema de estudios en el extranjero.
Otra polémica que protagonizó Lavín fue cuando partidos opositores amenazaron con iniciar una acusación constitucional en su contra por la ola de despidos ocurridos en su cartera, la que pese a que había dicho que no ocurrirían despidos masivos, fue una en las que más hubo desde que Piñera se hizo con el Estado. Así las cosas es difícil creerle a un ministro que hasta antes de ser designado era uno de los socios mayoritarios de una universidad privada.
Lavín es ingeniero comercial y tiene un master en Economía de la Universidad de Chicago, alma mater de los neoliberales chilenos. Cuando tenía 26 años fue nombrado decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Concepción por Augusto Pinochet. Al tiempo se transformaría en editor de Economía y Negocios del diario El Mercurio, tribuna que serviría para defender el modelo económico instaurado por la dictadura y promover las subjetividades del ‘empresario exitoso’, el ‘marketing total’ y el ‘emprendedor’ en la sociedad chilena.
Uno de sus sostenes económicos ha sido la Universidad del Desarrollo, cuyos estatutos fueron firmados el 23 de enero de 1990, un mes y medio antes de que Pinochet dejara La Moneda, y a escasos 20 días de haber sido formulada la petición ante el Ministerio de Educación.
Los socios de Lavín en el negocio eran Federico Carlos Valdés Lafontaine, ingeniero civil industrial; y los ingenieros comerciales Luis Ernesto Silva Bafalluy y Cristián Larroulet Vignau. Pese a ser una universidad cuya sede estaba en Concepción, todos vivían en Las Condes. El aporte de cada uno fue de 4 millones de pesos con el compromiso de ponerse con otros 16 millones antes del 31 de diciembre de 1994, según lo consignado por la periodista María Olivia Monckeberg en su libro La privatización de las universidades: una historia de dinero, poder e influencias.
En 1991 llega como integrante del Consejo Directivo Carlos Alberto Délano Abbot, uno de los socios del grupo Penta, que tiene negocios en áreas abiertas al capital durante la dictadura de Pinochet. La investigación de Monckeberg detalla que la Inmobiliaria Ainavillo Ltda. es la dueña de la casa matriz de la Universidad del Desarrollo en Concepción.
El rastreo de los socios de esta inmobiliaria da cuenta que fue constituida el 2 de agosto de 1991 por los mismos fundadores de la Universidad, quienes tienen una participación del 16,6% en ella. Las inmobiliarias que arriendan sus edificios a las universidades privadas es el principal mecanismo que ha permitido que estos centros de estudio se salten la ley y puedan generar lucro.
En la última encuesta Adimark, publicada este mismo martes, Lavín aumenta 5 puntos respecto a febrero su popularidad, logrando un 74% de aprobación. La evaluación es de una ciudadanía que paga más que todos los países de la OCDE en educación.
Por M.B.R.
El Ciudadano