LA NARRATIVA BREVE DE CÉSAR VALLEJO
Las Ediciones del Caxicondor de Valparaíso acaban de publicar los cuentos completos de César Vallejo, con el financiamiento del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura. La poesía de Vallejo ha sido situada por la crítica en el firmamento literario del siglo XX, por su asombrosa capacidad de expresar la condición humana, desde el fondo más profundo del dolor personal, hasta la gesta colectiva por la liberación y la justicia. Su narrativa ha sido considerada “obra menor”. Sin embargo, la lectura de sus cuentos constituye una experiencia estética y humana tan potente que no merece permanecer en un segundo plano, sino ser conocida por todos los lectores hispanohablantes.
La narrativa ha sido siempre más accesible para un lector común que la poesía, y en este caso, los cuentos ayudan a comprender la tremenda complejidad y profundidad del universo vallejiano, permitiendo asomarse a su laboratorio creativo. Sus cuentos surgieron paralelamente a su evolución poética; podemos leer sus primeros relatos, macabros o fantásticos, que recuerdan la tradición de Hoffmann o Poe, tan influyente en el modernismo de Rubén Darío o Julio Herrera y Reissig. Vallejo dijo alguna vez “Rubén Darío es mi padre” y su primer poemario, Los Heraldos Negros expresa la pobreza y el fatalismo del mundo andino con un lenguaje que debe mucho a la escuela del nicaragüense.
Hacia 1922 Vallejo se libera totalmente de estas influencias y forja un lenguaje ferozmente vanguardista en Trilce, tan original y novedoso que es rechazado o ignorado por la crítica peruana, y sólo será apreciado una década más tarde por los vanguardistas españoles o franceses. Los cuentos de Escalas, publicados en Lima en 1923, especialmente los de la primera sección “Cuneiformes”, participan de esta experimentación y dislocación del lenguaje, y comparten también la temática de muchos poemas de Trilce: la experiencia de la prisión.
Vallejo estuvo preso en la cárcel de Trujillo, acusado injustamente de instigar incendios y saqueos en su pueblo natal, y esa vivencia marcó a fuego su vida y su obra. El estudio biográfico que abre esta edición ahonda en este episodio y su huella dolorosa y fecunda a la vez. Encerrado entre los muros de la celda Vallejo elabora un alegato lacerante contra la justicia humana. Contra la justicia peruana en particular, contra la justicia occidental y la sociedad capitalista en su conjunto: la única justicia válida, parece decir el poeta, es la del amor universal, del respeto a la naturaleza y a toda vida, por pequeña que sea.
Y así llegamos a comprender mejor que la filosofía que subyace a toda la obra de Vallejo es la sabiduría andina ancestral, que fluye en su sangre y que le susurra al espíritu la voz de sus abuelas maternas, una india moche y una india quechua. Ese amor universal es el que lo llevó a adoptar el marxismo y a consagrar su vida a la lucha revolucionaria; el que le dictó los poemas de España, aparta de mí este cáliz, en los cuales la República Española, de haber triunfado, habría redimido a la madre patria del genocidio de la América indígena, alcanzando así la reconciliación de los contrarios que Vallejo buscó en la dialéctica marxista.
Esta conciencia social desgarrada y comprometida se ve reflejada también en sus últimos cuentos, que sin perder esa sensibilidad poética que tienen todos los escritos del peruano, retratan certeramente las injusticias e hipocresías de la democracia burguesa. Quisiera terminar estas líneas con sus propias palabras, que lamentablemente son tan actuales como en su época, y dedicar este libro a todos los que, sintiéndose hermanos por encima de las fronteras, luchan por el advenimiento de un mundo más justo y consciente: “Estoy dispuesto a trabajar cuanto pueda al servicio de la justicia económica, cuyos errores actuales sufrimos: usted, yo, y la mayoría de los hombres, en provecho de unos cuantos ladrones y canallas. Debemos unirnos todos los que sufrimos en la actual estafa capitalista, para echar abajo este estado de cosas” (Carta a Pablo Abril de Vivero).
Por Cristian Olivos Bravo