Este 12 de enero se cumplieron 50 años del día en el que el profesor estadounidense James Bedford se convirtió en la primera persona cuyo cuerpo fue criopreservado después de su muerte.
Tras su fallecimiento a los 73 años de edad, Bedford fue sometido a una criogenización por tiempo indefinido, con la esperanza de ser resucitado por la tecnología en un futuro.
Según explica el portal Cnet, el profesor, que padeció un cáncer renal, aceptó ser colocado en una cápsula especial después de su muerte bajo una oferta de la primera organización criónica del mundo, Life Extension Society. La empresa proponía congelar gratis «a la primera persona deseosa y necesitada de suspensión criogénica».
Horas después de la muerte de Bedford, los especialistas de la organización inyectaron en su cuerpo sulfóxido de dimetilo, una sustancia química que, según se creía, ayuda a preservar los órganos y tejidos. Después, el cuerpo fue congelado con hielo seco antes de ser sumergido en nitrógeno líquido.
Desde la década de los ochenta, en vez de la criogenización se introdujo otro método llamado vitrificación que podría parecer menos «cruel». Según el portal, ofrece los beneficios de la criopreservación, pero sin el daño causado por los cristales de hielo.
50 años después, Bedford todavía permanece criogenizado, aunque ahora se encuentra en un lugar distinto: en la fundación Alcor Life Extension. Tras todo este tiempo, se sigue sin saber si se puede revivir a un humano después de la crioconservación.
Pese a todo, el profesor se convirtió en todo un símbolo, y el 12 de enero en la comunidad criogénica se celebra como ‘el día de Bedford’ en su honor.