Lejos de zanjarse el debate sobre la rotulación de alimentos con la aprobación de una ley, éste se profundiza luego de que parlamentarios de oposición acusaran al Ejecutivo de dejarse presionar por la industria de golosinas y dulces.
El Senado aprobó el martes pasado el informe de comisión mixta sobre la propuesta de ley que busca, entre otras cosas, rotular el envase de los alimentos con excesivas grasas saturadas, azúcares, sodio y otros de estos componentes dañinos. Lo extraño fue que el ministro de Salud, Jaime Mañalich, junto a algunos senadores quitaron su apoyo al proyecto a última hora. En la oposición denuncian presiones de parte de la industria alimentaria.
El informe de la comisión mixta del proyecto de ley sobre “la composición nutricional de los alimentos y su publicidad”, en tramitación desde el 21 de marzo de 2007, fue aprobado el martes pasado por el Senado. El proyecto de ley apunta a la regulación de la comercialización y producción de alimentos dañinos para la salud, debido al aumento de enfermedades derivadas de la mala alimentación.
Tres puntos esenciales componen esta propuesta legislativa. Según el Senado, primero se imponen a los productores y quienes comercializan alimentos, rotular en el embalaje los ingredientes que contienen, los aditivos e informaciones nutricionales. Segundo, los alimentos con altos niveles de calorías, azúcares, grasas tendrían que estar rotulados como tal o con una denominación equivalente que advierte el consumidor. El fin de esto es que, alimentos “chatarra” no podrán venderse ni publicitarse dentro de los establecimientos educacionales y tampoco ofrecerse a menores de 14 años.
ENFERMEDADES VINCULADAS A LA COMIDA CHATARRA
Informar a la gente del contenido nutricional de los alimentos que consume para que las personas sepan lo que comen es un asunto de interés general. El Minsal (Ministerio de Salud) a través de su programa EGO-Chile (Estrategia Global Contra la Obesidad) publicó en su encuesta nacional de salud 2010 con respecto a los mayores de 15 años, cifras alarmantes y crecientes, con respecto a las tazas de obesidad de los ciudadanos chilenos.
El 2003 el sobre peso concernió al 37,8% de la gente censada, lo que aumentó hasta el 39,3% en 2010. Entre estas fechas la obesidad pasó del 21,9% al 25,1%, y la obesidad mortal del 1,3 al 2,3% de la población.
El tener sobrepeso u obesidad conlleva la aparición de enfermedades como diabetes o problemas cardiovasculares. Así, los profesionales abogan por reglamentar el consumo de los alimentos nocivos para la salud.
El pediatra y obesólogo de la Clínica Cordillera, doctor Alberto Kohan, afirmó a radio Universidad de Chile que “la regulación de los alimentos con mucha caloría debe abordarse en forma ineludible”.
DEL DEBATE PARLAMENTARIO AL DEBATE COMERCIAL
Sin embargo, no todos los parlamentarios defienden esta medida de prevención. De un cierto consenso, algunos parlamentarios alzaron su voz destacando la imposibilidad de implementar tal ley.
Se acusa algunos de lobby alimenticio para presionar a parlamentarios vinculados al mundo empresarial quienes siguieron los pasos de sus socios.
El presidente de la Sofofa (Sociedad de Fomento Fabril), Andrés Concha, aseguró a Radio U Chile que no es posible etiquetar el 85% de los alimentos que se venden en el supermercado.
Este martes, el senador Ruiz-Esquide ( DC) destacó que le llamó “la atención que se haya levantado el tema por parte de la Sofofa de manera tan escandalosa, además de un modo que a mi juicio como senador me produce molestia, porque no se le manda a decir al Gobierno por teléfono como si este fuera un gobierno de los empresarios”.
Radio U Chile, también entregó la opinión del ex candidato presidencial Jorge Arrate según el cual: “Aquí hubo un ‘Sofofazo’, salió la Sofofa y el Ministro de Salud pocos minutos después como un ‘sofofo’ diciendo que la ley no podía aplicarse, que no servía para nada, cuando él hizo una contribución en la campaña pública para comer sano”.
La polémica empezó cuando el ministro Mañalich, dejó de apoyar la medida declarando la ley inaplicable y calificándola de “Ley del Super 8”.
Durante la sesión del Senado que revisó el proyecto de ley, el senador socialista Fulvio Rossi acusó de manera directa a la Sofofa de crear un “lobby” para desacreditar el proyecto, aunque expertos del área de salud garantizaron sus efectos positivos.
Para defender sus posiciones, parlamentarios de derecha vinculados a estos grupos defienden la libertad de comer lo que uno quiera. No obstante, tal argumento no tiene peso frente a un problema de salud pública.
El senador Ruiz-Esquide recalcó por su parte que la iniciativa no prohíbe el consumo de ningún producto en particular: “Que quede claro que nadie está prohibiendo que la gente coma, la gente puede comer donde quiera, menos hacer publicidad eso es todo, acá no se prohíbe comer nada”- sostuvo el parlamentario DC.
En tanto, la Corporación de Consumidores y Usuarios (Conadecus) sostuvo que es un tema de salud pública más que un asunto de libertad individual: “Los niños no tienen el discernimiento para elegir lo que es saludable” – dijeron en su declaración.
A pesar de estos argumentos a favor del proyecto de ley, se prevé que el Gobierno lo vete. El presidente del Senado Guido Guirardi y el ministro de Salud Mañalich pasaron en efecto un acuerdo previo para que quede la posibilidad de suspender la propuesta aunque esté aprobada en el Senado.
BECAS PARA COMIDA CHATARRA
Si los niños no pueden elegir con discernimiento si lo que comen es sano, muchos adultos tampoco saben descifrar los etiquetados de muchos productos alimenticios.
Todos estamos expuestos al marketing y la publicidad de los alimentos y las bebidas baratas, ricas, prácticas, pero dañinas para la salud. Estudios sociológicos demostraron que la mayor parte de la población concernida por la obesidad son los estratos sociales más pobres. Comer de manera sana, como hortalizas, frutas, pescado, cuesta caro. El bolsillo de las familias pobres no alcanza este modo de vida.
Un caso concreto de esta hipocresía puede estribar en la Baes (Beca de Alimentación de la Educación Superior) que ‘ayuda’ con 26.000 pesos mensuales a los estudiantes de primer y segundo quintiles para sus almuerzos cotidianos. Con aproximadamente 1.300 pesos por almuerzo, a los estudiantes apenas les alcanza para comprarse comida sana sino que, en el mejor de los casos, pueden pagar completos y una bebida.
Además los vales de la Baes los estudiantes pueden canjearlos en locales de comida rápida, los que abundan más que los de comida tradicional.
Por Mélissa Quillier
El Ciudadano