Espía que acusa a Trump de pro ruso es el mismo de las armas en Irak

Las acusaciones contra Trump fueron financiadas por una empresa, Fusión GPS, dedicada a los trabajos sucios contra políticos, y uno de sus cerebros fue Christorper Steele, quien fue protagonista del cuento de las inexistentes armas de destrucción masiva de Irak que justificaron la invasión del país. Así lo reveló una investigación de The Wall Street Journal.

Espía que acusa a Trump de pro ruso es el mismo de las armas en Irak

Autor: Mauricio Becerra

Espías

De acuerdo a Madsen, el ex agente del servicio de inteligencia británico (MI6) Christorper Steele, señalado por The Wall Street Journal de realizar el informe que acusa prácticamente a Trump de ser un agente ruso, también participó en la investigación sobre las inexistentes armas de destrucción masiva de Irak, usadas como pretexto para invadir el país en 2003.

El expediente de Steele revela, además, su pasado como espía en la embajada británica en Moscú durante la Guerra Fría, y su constante colaboración con los servicios occidentales en grandes investigaciones, como la que derivó en la detención de la mayoría de los jerarcas de la FIFA.

Justamente debido a su experiencia sobre Rusia y su supuesta cercanía con ex agentes de inteligencia rusos, como el fallecido Alexander Litvinenko, es que la firma Fusión GPS lo contrató para recabar información sobre Donald Trump por expreso pedido de un poderoso donante republicano no identificado (y luego por la campaña de Hillary Clinton), según The New York Times.

Así a través de su empresa Orbis Business Intelligence, fundada con otro ex agente británico, Steele se dedicó a recabar información que pudiera ser útil para una campaña de descrédito contra Trump. Dado que la empresa que lo contrató, Fusión GPS, basa su trabajo en operaciones de propaganda contra políticos, empresarios y organizaciones, tal como la que realizó contra Mitt Rommey en 2012 a favor de la campaña del presidente saliente Barack Obama.

Sin embargo, sus informaciones sobre material sensible de Trump en manos de la inteligencia rusa y la coordinación de la campaña del magnate con Moscú no fueron usadas durante la campaña por no ser fiables.

Aún con ese antecedente, las informaciones de Steele llegaron al senador ultra neoconservador John McCain, quien las pasó al jefe del FBI, James Comey, para ser verificadas. De ahí es que este informe finalmente fue incluido en los papeles entregados al Congreso por parte del jefe de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, James Clapper, para justificar la supuesta interferencia de Rusia en las elecciones norteamericanas.

Lo que luego fue filtrado por el portal BuzzFeed y replicado por CNN a una semana de la asunción de Trump como presidente, pese a que las informaciones del ex espía británico Steele no fueron confirmadas y se realizaron en un informe calificado por expertos como una «chapucería».

Así no sólo las acusaciones contra Trump fueron financiadas por una empresa, Fusión GPS, dedicada a los trabajos sucios contra políticos, sino que quien las armó fue justamente un directo involucrado en el mayor escándalo de descrédito contra los medios y políticos occidentales: el de las inexistentes armas de destrucción masiva de Irak.

Como si se hiciese alusión a aquella frase sobre que la historia se repite, primero como tragedia y luego como farsa.

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