El sábado 21 enfrentamos otro día de combate del siniestro en un cerro de la Sexta Región. No puedo dar detalles. Yo soy motosierrista y por eso estaba a la cabeza del incendio, cortando árboles para que mis compañeros comenzaran a despejar el camino, haciendo la línea cortafuegos. Se supone que estaba controlado. Yo había trabajado con la motosierra toda la mañana.
A las dos o tres de la tarde estábamos en la parte que avanza del incendio, en la cabeza. La columna al principio era un foco pequeño; podría haber sido una hojarasca. Parecía estar bajo control. Pero de repente empezó a salir humo de la cola, la parte con menos intensidad. Corrí hacia allá con mi jefe de brigada. Yo iba con la motosierra en la mano. No había nadie más trabajando ahí, solo nosotros dos. Cuando llegamos a ver el incendio ya estaba descontrolado; se había vuelto a activar.
En ese momento decidimos volver a trabajar en la línea cortafuego, a perímetro, al lado de lo que ya se había quemado. Empezó a correr demasiado viento. Continuamos en la construcción de la línea y comenzaron a saltar hojas encendidas, las pavesas, esas que se desprenden de los árboles y generan focos secundarios.
Cayeron atrás de nosotros.
Se generaron cinco o seis focos distintos.
Recién nos vinimos a dar cuenta cuando teníamos la espalda hirviendo.
Yo me quedé en la parte que faltaba por quemar, junto a mis compañeros. El fuego reventaba demasiado fuerte, por lo que tuvimos que arrancar a lo que ya estaba calcinado. Estábamos rodeados. Aguantamos el humo y las temperaturas que habían del incendio. Ahí esperamos a que bajara la llama. Cuando ocurrió aquello, mis compañeros alcanzaron a salir dos o tres segundos antes que yo. Pasaron para el otro lado. Yo no alcancé. Tuve que esperar un par de minutos para que la llama bajara nuevamente. Solo ahí pude pasar.
Desde que logré salir debo haber caminado unos 15 metros. Me sentía cansado, pa la cagá, con el cuerpo cortado, las piernas acalambradas. Descansé como cinco minutos, me paré de nuevo y le informé a los jefes de brigada de mi situación. Me dijeron: “vente a la camioneta para que descanses y sigas trabajando”. Ahí traté de caminar hasta la camioneta. Me faltaron como cuatro metros, porque perdí la conciencia.
Me desplomé. No me acuerdo qué fue lo que ocurrió. Yo creo que entre los combatientes me ayudaron a subir a la camioneta. Me llevaron al policlínico, ahí me estabilizaron, me llevaron a integral, estuve hospitalizado toda la noche y me dieron de alta el domingo.