El hombre perdió las espinas del pene hace 600.000 años según científicos

Muchos mamíferos (como los gatos, chimpancés y ratones), poseen un pene cubierto de espinas de queratina, similares a uñas

El hombre perdió las espinas del pene hace 600.000 años según científicos

Autor: Francisco Ide

Muchos mamíferos (como los gatos, chimpancés y ratones), poseen un pene cubierto de espinas de queratina, similares a uñas. Pero ¿un hombre con pene espinoso? Aunque parezca una broma, un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) comparó el ADN del ser humano con el del chimpancé y llegaron a la conclusión de que al parecer en un pasado remoto el hombre tuvo efectivamente el pene cubierto de espinas.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores, dirigidos por Gill Bejerano, partieron de la hipótesis de que, en lugar de que el ADN humano tenga ventajas sobre el del chimpancé, «en algún momento de la evolución perdimos algunas cadenas de información genética». Así encontraron 510 secciones de código perdido.

A continuación eligieron las regiones eliminadas de ADN relacionadas con hormonas masculinas, así como con el desarrollo del cerebro. Después introdujeron estas regiones de código dentro de ratones para averiguar cómo se expresaban y descubrieron que eran responsables de la pérdida de los bigotes sensoriales y de las espinas del pene, así como del crecimiento del cerebro.

Ahora, ¿para qué servían estas espinas? Se barajan muchas teorías sobre los beneficios que este falo espinoso pudo haberle deparado a los hombres.

Al parecer, las púas podrían haberle ayudado a asegurar la cópula, retirando tapones de fluidos que otros machos dejaron en la vagina de las hembras o hasta a arrancar parte de la piel y reducir así la capacidad reproductiva.

Sin embargo, esos comportamientos resultan típicos de especies en las que se da una intensa lucha física de los machos por una sola hembra fértil, algo de lo que los humanos han estado bastante alejados.

De hecho, los expertos sugieren que fue esa conducta monógama de los humanos la que propició la desaparición de las espinas y hasta hizo que las cópulas humanas fueran mucho más largas.

“La supresión de las espinas disminuye la sensibilidad táctil e incrementa la duración de la introducción, lo que indica que su pérdida en el linaje humano puede relacionarse con la mayor duración de la cópula en nuestra especie respecto a los chimpancés”, escribe David Kingsley, uno de los investigadores de la Universidad de Stanford.

Visto desde esta perspectiva, el estudio sugiere que la mayor duración del coito humano pudo haber favorecido la creación de un vínculo en la pareja, hace algunos millones de años.

“El hombre perdió sus púas en algún momento entre su divergencia con los chimpancés (hace 6 millones de años) y cuando su linaje se separó de los neandertales (600.000 años atrás)”, afirma Kingsley.

Fue, por entonces, cuando, con pocas parejas, menos competencia y relaciones placenteras, el miembro masculino dejó las espinas por un look menos punk.

 


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