Desde tiempos inmemoriales el hombre se ha identificado con figuras totémicas que representan fuerzas del mundo animal. Ya sea en rituales, o en la vida diaria, incorporaban al animal a través del uso de sus pieles u osamentas. Hoy en día el carácter ritual de estas prácticas se ha perdido, pero seguimos identificándonos y relacionándonos con los animales de distintas maneras.
El caso de Ted Richars es extremo. Este hombre llevaba una vida solitaria en Bristol. Totalmente apartado de la gente, su única familia eran sus loros Elliem, Teaka, Temineh, Jake y Bub, “Para mí, eran mis hijos. Incluso dormían en mi cama”, declara.
Probablemente para eludir la situación de explicarle a sus hijos loros que eran adoptados, cierto día decidió modificar su aspecto y volverse un loro más, el loro alfa.
Su vida mejoró muchísimo luego de esa decisión: “He salido de mi caparazón. Ahora, hablo muchísimo más con las personas”, tanto que incluso conoció a su actual pareja, Suzannah.
Para modificar su vida completamente no tuvo reparos: primero se cambió legalmente el nombre a “Mr. Parrotman”: “No he tenido ningún contacto con mi madre o mi padre desde hace años porque no nos llevábamos bien, ni siquiera sé si están vivos o muertos, y tampoco hablo con mis hermanos, así que no sentía ninguna conexión con tener un apellido, para mí, mi familia son mis loros, así que modifiqué mi nombre para reflejarlo”.
Entre las múltiples modificaciones corporales que se hizo se cuentan los implantes en la cabeza, múltiples perforaciones y piercings, tatuajes en el rostro y en los ojos, partidura en la lengua y ¡SE CORTÓ LAS OREJAS!
Se preguntarán cómo ocupa gafas sin orejas, simple: se hizo atornillar dos clavos en las sienes…
Acá algunas imágenes de su transformación
¡No puede verse más feliz!
Con información de: cabroworld.com